domingo, 12 de marzo de 2023

100 de los 70: DON´T SHOOT ME, I´M ONLY THE PIANO PLAYER de ELTON JOHN

 

70 y Rock presenta

100 discos imprescindibles 

de hace cinco décadas...

 


El título del sexto album de Elton John viene de una anécdota ocurrida en una fiesta en casa del legendario comediante Groucho Marx. Cuando presentaba al músico ante la diversa fauna de amigos de Groucho entre los que se encontraban artistas del nivel de Alice Cooper o Jack Nicholson, Groucho apuntaba a su nuevo amigo, a quien insistía en llamar John Elton, con sus manos simulando una pistola. A esto Elton levantaba las manos y decía: ¨No me dispares, soy solo el pianista!¨. Además de esto, el cantante británico quería hacer un homenaje a la película de Francois Truffaut llamada Shoot the piano player y a la famosa frase de Oscar Wilde : ¨No le disparen al pianista, él hace lo que puede¨ misma que Wilde vio en un bar del oeste durante una visita a los eeuu. En la portada del disco, vuelve a homenajear a los Hermanos Marx al colocar en la imagen de la entrada a un cine de los de antes el cartel de la película Go West, una de las más famosas del grupo de comediantes.

    Este album compuesto de forma íntegra por Elton John y su socio letrista Bernie Taupin, fue en el que el músico sintió más confianza en su vocalización lo que le permitió incrementar su éxito a través de la década y allanar el camino para las obras que seguirían. El primer sencillo del disco, lanzado a finales de 1972, fue inspirado en el rockanroll cincuentero y en una canción exitosa en Australia de un tal Daddy Cool que se llamaba Eagle Rock. Bernie solo cambió el animal, pasó de un águila a un cocodrilo. Es notable como los temas y la música son bastante variados, pasando de un estilo a otro y muchas veces homenajeando a otros artistas como el caso de los Rolling Stones, en la canción ¨Midnight Creeper¨, o Van Morrison en ¨Hign Flying bird¨. 
 


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100 de los 70: A SONG FOR YOU de THE CARPENTERS

 

70 y Rock presenta

100 discos imprescindibles 

de hace cinco décadas...

 


 

         Te puedo asegurar que no ha sido a propósito que este álbum tan romántico sea presentado justo en la semana en la que se celebra el día del amor y de la amistad. Si no fuera porque me apego a un orden establecido de donde voy contando de forma descendente los discos más vendidos de la década, habría escogido para esta fecha mejor algún disco de Black Sabbath, para repeler un poco el excedente de glotonería melosa relacionada con la fiesta de San Valentontín, pero ha querido la suerte que hoy te traiga un disco de los más románticos que he escuchado y ojo!  que es un muy buen disco.   La tercera producción en estudio del dúo formado por los hermanos Karen y Richard Carpenter, fue grabada en 1972 y ese mismo año se lanzó para no aminorar el arrollador éxito que el dúo conseguía desde 1970 cuando la preciosa voz de Karen y los arreglos de Richard conquistaron parte del territorio que el rock post hippie colonizaba en las listas. La música, casi exclusivamente centrada en el tema de las relaciones románticas, pero matizada en un sutil pop suave con muchos toques de jazz había demostrado tener buena acogida en el público norteamericano siempre consumista de lo bonito, lo agradable y sobre todo lo cristianamente aceptable, y Richard y Karen daban una impresión tan aseada y agradable que hasta el patán de Nixon les invitó a visitarle a la Casa Blanca en media borrasca del escándalo de Watergate, cosa a la que de seguro no se atrevería a hacer con gente como Frank Zappa o Crosby, Stills y Nash.

 


 

         Bromas aparte, la música de los Carpenters tiene un sonido que no te puede dejar indiferente, aunque la mayoría de sus canciones no son originales de ellos, en casi todas las piezas está incluido el talento musical de Richard en los arreglos y hay que tomar en cuenta que ambos hermanos empezaron su recorrido musical tocando con mucha capacidad en un trío de jazz, él en los teclados y ella en la batería. Por cierto, cuando escuchés su música, procurá tomar en cuenta que en todas las canciones es Karen quien toca la batería y siempre cuando tocaban en vivo, ella cantaba con su estupenda voz mientras interpretaba la percusión. De hecho, llegó a ser criticada por esto, dado que sobre el escenario, el público no estaba acostumbrado a no tener un punto focal al frente de la banda, porque  ella siempre prefería estar tras los tambores. Por esto sus productores la presionaron a convertirse en una frontwoman que enfrentara al público mientras cantaba, lo que generaba en ella una gran ansiedad.    

 


En esta grabación viene el sencillo más exitoso que llegaron a tener, Top of the world, además de la canción Goodbye to love, que algunos consideran una de las primeras power ballads por el hecho de tener un solo de guitarra distorsionado con efecto fuzz, bueno, digamos que Scorpions y Styx estaban escuchando y tomando apuntes, para sus futuras producciones.  La música de los Carpenters fue considerada por muchos como demasiado correcta y comercial, pero no hay que dejar de lado el hecho de que para muchos, entre los que me incluyo, escuchar la voz de Karen Carpenter, tiene el efecto hipnotizante que pudieron tener las sirenas en la mitología antigua y que aunque no te podrían lanzar a la fatalidad como aquellas lo hacían, te puede dejar el vacío emocional de saber que nunca más se ha llegado a escuchar otra voz como esa después de que hace cuarenta años nos dejó para siempre.

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100 de los 70: TEASER AND THE FIRECAT de CAT STEVENS

 

70 y Rock presenta

100 discos imprescindibles 

de hace cinco décadas...

    Regresamos con Cat Stevens. Aquel joven rockero de los sesenta que se convirtió en un poeta místico después de pasar seis meses al borde de la muerte en un hospital. Casi no sale vivo de la tuberculosis que le cambió un poco la voz pero mucho la vida y le dio un tiempo de reposo mental y emocional para escribir sus mejores piezas. Como te conté hace unas semanas en la reseña de Tea for the Tillerman, durante su periodo de recuperación, el joven músico escribió más de cuarenta canciones entre esas  las de ese disco, y otras más tan buenas  que a finales del mismo año armó otro álbum y lo  publicó con el nombre de Teaser and the firecat. El título fue compartido con el de un libro para niños escrito e ilustrado por el mismo Stevens, que narra las aventuras de un chico llamado Teaser y su gato Firecat que tratan de colocar la luna otra vez en el cielo, después de que la encontraran atascada en el techo de un granero.

         Este álbum, el más exitoso de Cat Stevens, contiene temas un poco más elaborados que los de su antecesor, pero siempre con las más inspiradas letras desde la mística espiritualidad del autor. De sus temas menos conocidos, te puedo asegurar que la pieza con la que abre, llamada The Wind, con apenas un minuto cuarenta tiene más poesía que muchas de las producciones que padecemos en la actualidad o que temas como Changes pueden sonar muy actuales en su sonido y en su letra aún cincuenta años después. De los tres sencillos con los que se promocionó el disco, dos de ellos Peace Train y Moonshadow, llegaron al top diez británico sin alcanzar la cima como si lo logró la canción más exitosa, en materia de listas del cantautor: la hermosa balada mística ¨Morning has broken¨. Lo curioso, de este éxito es que la letra de la canción no fue escrita por Cat Stevens, sino que se trata de un himno religioso tradicional publicado en 1931 por la escritora Eleanor Farjeon montado sobre una tonada gaélica escocesa llamada bunesan. La canción, que se cantaba en los bautizos y en funerales, duraba apenas unos segundos, por lo que Cat Stevens recurrió a un músico muy experimentado para que le ayudara con un arreglo que extendiera la canción a tres minutos para hacerla más comercial. El músico contratado era ni más ni menos que Rick Wakeman, el tecladista de la banda Yes que con su larga capa y muchos teclados al mismo tiempo, hacía magia en el rock progresivo. Cuenta Wakeman que fue contratado por 10 libras esterlinas y que hizo el trabajo más por lo bien que le caía Stevens, que por el dinero. La canción fue exitosa, pero a Wakeman ni le pagaron ni le acreditaron como se debe en el disco. Muchos años después, cuando el ahora conocido como Yusuf Islam se enteró de semejante injusticia, buscó a Wakeman y le pagó y se disculpó muy avergonzado, por lo que la maquinaria corporativa de la disquera le había hecho. En la actualidad Wakeman ha grabado versiones instrumentales y está orgulloso de haber colaborado con la creación de esta hermosa canción que según él, contribuye a reencontrar la espiritualidad en las personas que la escuchan.

 

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sábado, 11 de marzo de 2023

100 de los 70: WHO`S NEXT de THE WHO

 

70 y Rock presenta

100 discos imprescindibles 

de hace cinco décadas...

 


Otra banda que apareció y se hizo famosa durante la década de los sesenta y que durante los setenta cimentó su carácter de leyenda, tal y como lo fueron los Rolling Stones, fue The Who. El cuarteto conformado por Pete Townshend en la guitarra, John Entwistle en el bajo, la voz  de Roger Daltrey y la explosiva y peligrosa batería de Keith Moon, fueron parte activa de la vanguardia durante la invasión británica y muchos de sus sencillos dieron sonido y forma a la revolución hippie de la década del amor y la paz. Esa década la clausuraron por todo lo alto con su exitosa ópera rock Tommy, un disco conceptual muy bien recibido por los críticos como lo fue por el público siendo esto reflejado en sus ventas. Pero ahora para empezar la nueva década, Pete Townshend, principal compositor del grupo, planeaba otra obra magna en la que el término ópera rock se quedaría corto. Era algo complicado de realizar  porque llevaba adelante una interacción activa con un público masivo alrededor de la conceptualización musical sobre una distopía en la que no existiría el rock, y que el descubrimiento del mismo significaría la liberación y la trascendencia del ser. Esta obra se llamaría Lifehouse, pero no pudo nunca llegar a existir.

 


Aunque el guitarrista tenía bastantes canciones listas para empezar a grabar su proyecto original, su idea de realizar jornadas de conciertos en las que el público colaboraría con la banda para la creación de un nuevo sonido, simplemente no podía llevarse a cabo. Las circunstancias y las exigencias de los vampiros corporativos de las disqueras, llevó a The Who a meterse al estudio con un puñado de canciones, unas del proyecto y otras antes descartadas para producir un disco que de todos modos y casi sin quererlo, se convirtió en un clásico para la banda. ¨Who´s next¨ reúne en poco más de  40 minutos la esencia del rock setentero crudo, salvaje y con buen humor que necesitaba la audiencia rockera después de tantas coronas de flores y viajes psicodélicos. El disco abre con un inesperado sonido de sintetizadores, instrumento experimental para aquella época y bastante poco común en el ámbito rockero, así es pues como suena Baba O`Riley el mítico tema que homenajeaba con su título al gurú Meher Baba y al músico minimalista Terry O`Riley, personajes a los que Townshend seguía con veneración. Otro sencillo fundamental de este disco es la profunda y subversiva ¨Behind blue eyes¨ en la que uno de los personajes de la historia original de Lifehouse, el villano, muestra su lado humano en una  descripción a través del sonido de una balada acústica y contenida que se torna iracunda y luego vuelve de nuevo a la calma, para luego conectar con el último estallido que otra vez con otro riff de sintetizador hace la declaración de principios políticos más clara de una banda británica antes del punk y que se llama ¨Won`t get fooled again¨. Un tema que deberíamos tener muy en cuenta cada cuatro años cuando vamos a votar y queremos que no nos agarren de idiotas otra vez. 


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100 de los 70: STICKY FINGERS de los ROLLING STONES (1971)

 

70 y Rock presenta

100 discos imprescindibles 

de hace cinco décadas...

 

            Una portada tan famosa como controversial en su tiempo, creada  por el artista Andy Warhol, presentaba la primera producción en estudio de los Rolling Stones para la década de los setenta. La inmortal imagen consistía en la fotografía de una entrepierna masculina enfundada en un apretadísimo pantalón de mezclilla, y que empujaba sus prominencias al público al punto que llegó a asustar o excitar  la imaginación del dictador español Franco, que ordenó censurarla. La escandalosa imagen original, contenía un álbum que llegó a ser uno de los más importantes de los Rolling Stones y a la vez, un hito en su carrera en el que resolverían cambiar su estilo por un rockanroll más básico,   pero salvaje y desatado sobre todo en sus letras. Todo esto por dos razones: se liberaban contractualmente del sello Decca que en su opinión les reprimía su lado creativo más gamberro y por la ausencia del guitarrista principal Brian Jones,  muerto un par de años antes en circunstancias muy extrañas y que había sido previamente despedido de la banda.

 

Esta apetitosa portada es la que se usó en España, quizá porque suponían que el dictador pasaría unas inquietas noches de lasciva tentación pensando en la imagen original.

   A partir de este álbum es que apareció la famosa lengua, imagen reconocible y universalmente asociable a la banda.

  Presentando dos de sus canciones más reconocidas como lo son Brown Sugar y Wild Horses, el álbum contiene otras piezas destacadas tal vez solo reconocibles para los seguidores más adictos al sonido de la banda de Mick Jagger como pueden ser Can you hear me knocking, canción creada a partir de un jam, que suena a jam y que aún así trasciende como obra con estructura y personalidad propia a todo lo largo de sus más de siete minutos, o Sway que es una pequeña obra de arte que yo en lo personal desconocía, pero que vale mucho la pena escuchar. Y es que hay algo peculiar en la alineación de los Stones para este álbum en la que además de la dupla de Jagger-Richards, el gran Charlie Watts en la batería y Bill Wyman en el bajo, debutaba con ellos el guitarrista Mick Taylor, el más talentoso que pasara por la banda a lo largo de su historia, y que como dicen las malas lenguas, por esto mismo solo duró cinco años ahí por hacerle mucha sombra al ego de Keith Richards. Con unas letras salvajes, pletóricas de sexo y de drogas, y que no podrían ser fácilmente aceptadas en estos tiempos tan pacatos y de opinadores,   el disco Sticky fingers, introducía a los ya legendarios en ese momento Rolling Stones a la década en la que seguirían consagrándose como los íconos del rockanroll que aún al día de hoy continúan siendo.