viernes, 28 de junio de 2024

QUINCE UÑAS, UNA REFLEXIÓN SOBRE EL EGOÍSMO IDIOTA

 

A continuación te relato lo que me ocurrió ayer por la mañana. Antes de que alguien suba un video a las redes, lo veás y me llamés a avisarme y a vacilarme, mejor leete lo siguiente y preparate para reír o llorar. 

 

            Me dirigía con Brenda hacia San José, y desgraciadamente llevaba cierta prisa dado que ella debía tomar el bus hacia Guápiles, por la carretera que recién a primera hora habían abierto después de estar bloqueada dos días por derrumbes. Su madre está enferma y ella iba a acompañarla y cuidarla. El clima gris y el anuncio de una nueva onda tropical auguraban que si nos retrasábamos existiría la posibilidad de que el camino se cerrara de nuevo y el viaje hacia el Atlántico sería mucho más agobiante y peligroso. Los días que la carretera alterna ha sido la que atraviesa Cartago, han convertido en un caos la vieja metrópoli, y hoy tomé la desafortunada decisión de atravesar la ciudad por la llamada avenida del comercio, la que pasa al sur del mercado municipal. En días pasados esa calle no estuvo tan congestionada como hoy y por eso por ahí me mandé. Fue un congestionamiento normal como de doscientos metros desde la esquina de Malued, hasta el mercado. Cuando logré llegar y pasar el semáforo de la McDonalds diagonal al mercado, quedé detrás de un destartalado Hyundai que con toda la cáscara del mundo paró junto a un chancero y se puso a comprar lotería bloqueando el paso. Después de los diez segundos de paciencia que a esta edad me manejo, le pegué tres pitazos y el cólico color morado ni se movió. Un momento y unos pitazos más adelante avanzó lentamente hasta que el siguiente semáforo se puso en rojo. Sobra decir, para los que conocen cualquier ciudad de este estreñido país, que al haber carros parqueados a ambos lados de la calle el único paso de avance es el de un imaginario carril central que en su magnanimidad otorgan todos los miserables que se parquean donde no deben. Por esto el sarandajo  que estaba delante de mí no me permitía ninguna otra movilidad que la de mi mandíbula para maldecir a todos sus antepasados. 

 

            Un detalle importante que he omitido mencionar, es que la pantufla morada que iba delante, tenía una calcomanía con el logotipo universal de las personas con discapacidad. En esos momentos, yo ya estaba seguro de que la discapacidad que alardeaba era definitivamente mental y social. Igual mi descontento, aunque contenido por esta circunstancia, crecía más y más. 

 

            Después de otros tres pitazos que le brindé cuando se mantuvo quieto bajo el semáforo en verde, sucedió lo que ya tenía previsto: mi amigo el conductor de adelante, bajó de su carro. Se trataba de un sujeto de unos 60 años bien maltratados al que le faltaba su brazo izquierdo desde el hombro. Muy agresivo se acercó a gritarme que de qué se trataba la pitadera, que si acaso me precisaba avanzar. En realidad no le puse mucha atención a lo que dijo porque al mismo tiempo luchaba por controlar mi cólera en vista de que no sería buena idea enfrentarse a un casi adulto mayor que para colmos tenía una discapacidad. Pero el tipo hacía gala de su vocabulario de como cincuenta palabras casi todas altisonantes a grito pelado. Le dije en el mismo tono poco tranquilizador con el que me hablaba que no solo me estaba estorbando a mí, si no a como trescientos metros de carros y que lo que quedaba de calle no era para que se detuviera a comprar lotería. Más o menos lo mismo pero en otras palabras más de usar al frente del mercado de Cartago una mañana entre semana. 


            El sujeto retornó a su cólico ambulante y pensé que ahí acababa el asunto, pero no. Del espacio para poner chunches en la puerta del conductor, sacó un cuchillo de cocina de los baratos y que de ser usados para fines bélicos, pueden ser letales por la infección que produciría su corte. En seguida cerré mi ventana y calculé como proceder.  Digamos que el patán ahora con un arma en su única mano podría ser un objetivo más equilibrado y sin desventaja para enfrentar, podría abrir la puerta de golpe empujándolo mientras me maldecía y darle una sola patada que, aprovechando su desventaja simétrica, podría mandarlo al suelo. Pero también pensé que si el incompleto ese al caer se reventaba la coca contra el borde del caño, y se iba al infierno de los mancos, a mí me caerían de forma gratuita bastantes problemas con la ley. En ese momento eso y eso nada más, es lo que me dio miedo. Comprendí que había dominado la bestia furiosa que los ticos tienen dentro y que evitaba el conflicto para evitar mayores consecuencias. O sería tal vez que no quería brindar un show gratuito a toda la barra de mercado, que imagino estaba contemplando la situación, pero que no determiné por estar concentrado en los movimientos de mi seccionado antagonista. Mientras mezclaba estos pensamientos con la cólera de tener que aguantar la situación, el quince uñas de afuera golpeó con bastante fuerza el vidrio de la ventana lateral de mi  carro. Entre el instante en que sentí el fuerte impacto y cuando verifiqué que al vidrio no le había pasado absolutamente nada, me pasaron tremendos impulsos de destrucción masiva y exterminio hacia lo que se moviera fuera del carro. Sentí que Brenda me aflojó la mano que hace rato me sujetaba la muñeca y por un momento pensé que sería ella era la que se bajaría del carro para ajusticiar al desquiciado atravesado. 

 

            Pero después de esto el tipo regresó a su inodoro ambulante y se largó. Lo único que me pasó por la mente era un episodio de South Park en el que dos chicos discapacitados peleaban y el cabrón de Cartman gritaba ¨¡pelea de discapacitados!!!¨

 

            Pasado el incidente y el mal sabor de un colerón no desahogado, algo he reflexionado al respecto. Ya todos sabemos que las calles son una olla de presión y lo mejor es andar con cuidado porque hay mucho idiota suelto que no sabe manejar su frustración y revienta con un poquito de temperatura adicional. A las calles se les llama vías públicas porque son de todos, no las han privatizado aún, bueno ya tenemos el primer ejemplo con la ruta 27, pero ese es otro tema. Las calles de siempre tenemos que usarlas todos, desde el narco que se compra un Lamborghini y lo pone a nombre de una empresa inmobiliaria para lavar las ganancias, hasta los gajos de los piratas  que transportan los paquetes que generan esas ganancias de un punto a otro del país bajo las narices de un poder judicial distraído en contar dineritos que les llegan de forma misteriosa. Las usan los trabajadores y los estudiantes en los autobuses de empresas millonarias que se resisten a dar un buen servicio y bajar sus tarifas, así como los desempleados que cansados de buscar infructuosamente empleo, se dedican al transporte informal y el gobierno les considera emprendedores exitosos para disimular los índices de desempleo. Todos usamos las calles y debemos compartirlas con nuestros semejantes. Por eso, alguien que de forma irresponsable entorpece el paso de sus colegas conductores por un capricho que puede ser desde comprar chances, hasta detenerse frente un negocio cerrando el paso porque no sabe parquear en reversa (si alguien conoce la soda el Patty en Limón, sabrá de qué les hablo), ese alguien manifiesta con esa acción su desprecio por los demás y deja en evidencia su calidad como ser humano. 

 

            El egoísmo lleva a cualquier sociedad a un régimen de miseria y opresión, porque si se da más importancia a la comodidad y la ventaja individual, por encima de la del colectivo, su grupo humano será fácilmente aplastado por otro grupo humano con más recursos y mejor organizado. La falta de consideración para con los demás que comparten la carretera, es equivalente a la falta de consideración con los de su misma clase. Los individuos que presentan este comportamiento, son en definitiva, ejemplos del éxito en el proceso de desmontaje de la educación y la cultura de nuestro pueblo, que han realizado los oligarcas en el poder con el fin de convertirnos en un pueblo sin historia, sin identidad y por consiguiente, fácil de dominar. 

 

            Así, mi antagonista de vía pública de esa mañana, llamémosle el señor Quince Uñas, es al fin y al cabo un ejemplo de cómo un país se va democráticamente  a la mierda. Tal vez la intimidación pública que me propinó le haya traído un poco de simiesca alegría en su miserable existencia, a pesar de que comprobó que los vidrios de los carros no ser rompen de un puñetazo como en las películas y cuando salga en su carrito morado a correr las calles que según él posee, se percate de su idiotez por el dolor y la hinchazón de su única mano. 


 

miércoles, 12 de junio de 2024

Lamentables estampas ticas del siglo XXI

 

            Primera estampa moderna tica: 


 

Vemos el video tomado desde una cámara fija que vigila el corredor del apartamento en el que hay un frontier doble cabina en primer plano. Una mujer sale gritando hacia alguien que está en el siguiente apartamento, al fondo de la escena. Esta dama grita gesticulando mucho con sus manos a otra que le responde desde su puerta. Aparece un tipo grueso y calvo, al parecer el marido de la mujer que está en el primer plano, parece que procura calmarla. Se asoma hacia la otra vivienda sin decir nada y se coloca detrás del frontier, quedando en primer plano frente a la cámara, saca una pistola, le retira el seguro y se la guarda en la pretina del pantalón. En ese momento las vecinas se acercan al lindero entre los apartamentos intensificando su discusión, al parecer sobre una llave de paso del agua. La vecina del fondo, viene acompañada por su marido. El que porta el arma se acerca a su esposa. La discusión entre las mujeres continúa cuando el hombre del apartamento del fondo de la imagen, se acerca al otro intentando un balanceo boxístico y lanza un golpe chabacano que no pasa de coscorrón a la calva del otro. Este retrocede al sentir el golpe, torpemente saca el arma y sin que el otro logre huir, le dispara todas las veces que puede hasta que su esposa le agarra por detrás y lo jala obligándole a detenerse. La otra esposa al ver la escena, invisible a la cámara porque sucede tras una columna que genera un punto ciego, huye unos cuantos metros hacia el frente de su casa. Son las siete y treinta de la mañana de un lunes, en un condominio en Escazú, una de esas soluciones habitacionales que los ticos prefieren más que todo por razones de seguridad. Para estar a salvo de antisociales y de gente de diferente clase social.

 

            Esto sucedió el pasado lunes 3 de junio, día en que algunos conmemoramos el centenario de la muerte de Franz Kafka. Ese mismo día se dieron 4 homicidios en el país y el pasado mes de abril fue el mes con más asesinatos de la historia de Costa Rica. El mismo día mediante un decreto el poder ejecutivo del presidente Chaves, ordenó retirar todos los proyectos de ley de orden del día, que incluían proyectos de seguridad, combate al narcotráfico y corrupción que se discuten en el congreso para que sólo se pueda discutir el proyecto de ley llamado ¨Armonización del Sistema Eléctrico Nacional¨ que es ni más ni menos que un proyecto para la privatización del ICE. Así de interesado está el gobierno que padecemos en manejar el problema de la violencia que está ocurriendo.

 

            Así con este movimiento más o menos planificado del combo chavespectaculero pasamos a la siguiente estampa tica en video. 

 

(no vale la pena verlo todo, la estampa que me motivó a escribir está a partir del minuto 14:51, donde el primer ciudadano tico habla con su perrodista)

 

             El presidente con su característica forma de hablar presenta ante la asamblea legislativa el proyecto de realizar un referéndum para que, según él, sea la ciudadanía la que le permita prácticamente gobernar por decreto en varios aspectos considerados por su equipo ( o sea él, y los señores invisibles a los que no le grita ni les corta el rabo) y que naturalmente no tienen nada que ver con asuntos de verdadero interés nacional como son la seguridad, el medio ambiente, la gentrificación y sobre todo la educación.

 

            Hay un recuerdo que me llega siempre cuando veo al presidente hablar en público. Era de un sujeto que siempre llegaba a las cantinas de mi pueblo a pulsear que le invitaran algún trago o una birra. Su técnica consistía en hacer conversación sobre cualquier tema extendiéndolo como si lo dominara y hablando a todo pulmón con un tono entre condescendiente y burlón. Su forma de hablar casi nunca permitía réplica porque el que le seguía la corriente podía verse expuesto al ridículo por rebajarse al nivel de semejante papanatas y a la vez no lograr quitárselo de encima por la atención que le había brindado. La gran mayoría de los casos, entonces, le invitaban a un trago y el orador dirigía sus palabras a alguien más en recompensa al que le concedió la invitación. Así, casi todos los presentes terminaban patrocinando la juerga del hablador y este se salía con las suyas.  

 

            Lo último que supe de este orador de cantina fue que estableció una iglesia neopentecostal y que el evangelio de la prosperidad le convirtió en un hombre rico. Se dice que muchos de sus seguidores eran aquellos que le invitaban los tragos en sus días de cantina para quitárselo de encima.

 

La entrada número 100

 


 

Otra vez he dejado de lado las actualizaciones de este blog. Igual, creo que casi nadie lo lee, muy pocos se habrán enterado y muchos menos lo echarán de menos. Mis camaradas más cercanos están al tanto de que he tenido que lidiar en los últimos meses con cambios importantes en mi vida cotidiana, y lamentablemente las ideas se han ido ordenando a un ritmo que parece ser el de los sueños, en un tiempo muy diferente al que venía acostumbrado, se puede decir que de toda mi vida. 

 

Precisamente en el momento en que escribo esto, me doy cuenta que es la entrada número cien de este blog, y aunque llevaba algo listo para subir, decidí hacer esta modesta entradita para que sea el Tolomuco Rabioso blog #100 y marque un cambio en la dirección de la orientación y el sentido de las cosas que subo aquí. 

 

Un cambio más, como muchos que he tenido que asumir últimamente, necesario también, y espero que para mi bien en primer lugar, para el de mi salud mental, y ojalá para quienes leen este blog, y a veces hasta lo disfrutan. 

 

Si estás leyendo, esto, de antemano te lo agradezco y si es la primera vez que visitas este humilde blog, te invito a revisar entradas anteriores, no me importa si te gustan o no, pero espero, eso sí, que no te dejen indiferente y provoquen aunque sea alguna pequeña reflexión sobre el tema que trate lo que hayás leído.  También anuncio aquí que procuraré retomar los podcasts del Tolomuco Rabioso Podcast y sobre todo el de 70 y Rock. A pesar de todo, estas pequeñas creaciones mías no merecen que les deje botados en el ciberespacio y retomarlas, estoy seguro me será de mucho provecho sobre todo en el campo de mi estabilidad mental. 

 

No es por falta de temas, puesto que si sos una persona consciente, ya estarás al tanto de que estamos al borde de una tercera guerra mundial, el imperio gringo y europeo se acercan a su fin y procuran aferrarse a una locura fascista para salvarse, además en Costa Rica, como si eso fuera posible, padecemos el peor gobierno de la historia, manejado por monigotes que le rinden pleitesía a un megalómano de barrio que trabaja como siempre para los oligarcas más ricos de la región y la población más que nunca carece de cultura y educación necesarias para enterarse que ya no estamos al borde del abismo sino que  estamos colgando de una mano que suda y se resbala. 

 

Lo digo así, nada más y nada menos. Aquí sigo, con 100 entradas y en cambio constante. Si te gusta lo que leés, te agradecería lo compartás con tus amigos y si no te gusta, igual esa no era la intención, mejor suerte en tus siguientes lecturas. 

 

(por cierto, las ilustraciones son mías)