El actual ha sido el gobierno más nefasto de los últimos
años.
Primero, fue elegido por una mayoría mínima que deseaba
evitar otro gobierno del pln, o sea por descarte. La imagen del candidato liberacionista
era tan polémica que la población prefirió elegir el nuevo por conocer que el
viejo conocido. El experimento salió caro, un verdadero salto al vacío, como la
polémica alrededor de la agresiva publicidad de la segunda ronda, que desató
tanta amargura entre la gente sensible. Pero esa era la situación de la segunda
ronda: se nos puso la opción de escoger entre dos inútiles, neoliberales, uno
con un reconocido y experimentado equipo detrás (reconocido vendepatrias y
experimentado en corrupción) y otro que ni tenía equipo y lo apoyaban oscurísimos
millonarios de esos que no se sabe de dónde sacaron la plata.

Luego, desde el inicio, la nave hizo aguas y rompió récords
en renuncias o sustituciones de ministros y jerarcas. Algo apestoso empezaba a
flotar en el nuevo ejecutivo. Los puestos del equipo de gobierno se empezaron a
caracterizar por ser personajes novatos que no habían estado en otros gobiernos,
y que podrían ser profesionales aptos para ejecutar un cambio necesario en
muchos campos. Pero los que así eran, pronto salieron despavoridos por sus
propios medios o fueron echados por el jefe que los llamó al ver que no se
doblegaban como borregos a su voluntad. Varios puestos significativos fueron
ocupados por personajes completamente bizarros colocados para pagar promesas de
campaña, tal es el caso de la primera ministra de salud, impresentable
personaje con teorías sobre la salud y la protección humana más cercanos al
terraplanismo que a la ciencia y con apariciones públicas que la convirtieron más
en personaje de memes que en reconocida jerarca.

Después fue notoria la improvisación, incapacidad y la llana
estupidez de muchos miembros del equipo al tomar decisiones. La altanería y la
soberbia del presidente, fueron la tónica conductual de ministros hacia sus respectivos
equipos, lo que degeneró en casos tan hilarantes como un jerarca de hacienda,
denunciando en la Asamblea Legislativa un mega fraude hacendario, y admitiendo
que se basaba en un TikTok. O una ministra de Educación con parafernalia de
pitonisa que por todo lado hablaba de la ruta de la Educación, que solo estaba
en su congestionada, alrevesada y
distorsionada mente. Todo esto, grave al fin y al cabo porque se trata
de echar a andar un país, no un stand up comedy, sería apenas anecdótico con lo
que vendría a continuación.

Empezó a notarse la corrupción en todos los ámbitos. Se
denunció y demostró una estructura paralela de financiamiento ilegal en la
campaña política y al mismo tiempo, se desató una ola de violencia pandillera
entre narcotraficantes que ya habían abarcado todo el país. Ambas circunstancias
de corrupción en diferentes niveles socioeconómicos, para un país tan pequeño,
hizo que más de uno y una levantara la ceja con preocupación. La violencia ha
cobrado más vidas los años del presente gobierno que nunca antes y los casos de
corrupción que han venido apareciendo
son tan frecuentes que es difícil no asociar una cosa con la otra, aunque sea
de manera circunstancial a nivel país. Como muestra dos botones: en la intervención telefónica de un investigado
por narcotráfico, se escucha como se refiere al presidente como ¨papá Chaves¨;
y luego un recién nombrado jerarca del Inder tuvo que ser removido porque había
sido encausado por narcotráfico.

Luego, alarmados notamos la falta de diplomacia,
inteligencia emocional y agresividad injustificada del presidente: el primer
ciudadano se comportaba como un patán de cantina. Al no tener soluciones
que aportar, o respuestas que dar, el presidente ataca a la prensa que le
cuestiona y a la oposición que le denuncia. Sus ataques tienen la altura intelectual
de un adolescente (de un bully que lleva varios años repitiendo, para ser más
exacto) y como un boomerang cuando los lanza, siempre regresan a él, aunque el
pobre diablo ni se entera de donde viene el golpe. Se apoya en un grupito de
ciudadanos con muy baja autoestima y muy alta adicción a películas de Hollywood,
que le sigue como si fuera una mezcla entre profeta hebreo y gamonal de pueblo.
Sus seguidores desean ser azotados por un padre autoritario, de esos que tenían
a su esposa apaleada dentro de la casa cocinando la comida y creen que todo se
soluciona con cárcel y trabajo. Han visto todas las tortas que se ha jalado el
gobierno, pero su ego en redes sociales es
tan sensible que pretenden seguir creyendo que la luna es de queso, aunque le
caigan asteroides en la cabeza. No saben ni inventarse algún logro imaginario
del presidente, porque ni imaginación tienen, pero siguiendo el ejemplo de su líder,
sacan pecho y se sueltan a decir vulgaridades hasta que no les da el resuello.
Yo solo me pregunto, ¿qué harán o qué dirán cuando el día antes de perder la
inmunidad, el presidente salga como el correcaminos pero en avión huyendo a
Europa y les deje con un palmo de narices?
