viernes, 15 de noviembre de 2024

EL ADHESIVO CULTURAL O LA PEGA CULTURAL

 


                        En las guerras los verdaderos héroes son los que logran salvar su vida o las de otros, sean quienes sean: sus compañeros, población civil, aún hasta enemigos. Si logra salvar su propia vida y sobrevivir al predicamento en el que las clases dominantes le han metido, cualquier soldado se puede considerar un héroe. Allá luego, tendrá que lidiar con la bayoneta de la consciencia contra las costillas, dependiendo de los actos que haya cometido, por orden o por voluntad en el frente. 

 

            El soldado ruso Zakaria Alíyev defendió su posición de la artillería y ataques de drones de las fuerzas ucranianas, sobreviviendo a punta de comer cebollas y tomar agua que le enviaban sus camaradas mediante drones. Después de tres semanas, se pudo liberar un vado a través del cual pudo correr evitando las minas,  guiado por un dron para llegar a las trincheras rusas. Comentando la noticia con mi amigo Guido Hernández, que vivió en la Unión Soviética durante los años 70, me contó que hay una frase que los rusos aprenden desde niños y que dice: ¨Los rusos no nos rendimos¨. 

 

            Una frase así es parte de la identidad cultural de un pueblo. La identidad cultural es el adhesivo que une a un pueblo frente a las adversidades y les representa ante el resto del mundo. Sobre esto te comparto una anécdota del camarada Stalin: 

 


Durante la guerra uno de sus hijos era soldado y cayó prisionero de los alemanes. Cuando los nazis se enteraron de su identidad, propusieron a Stalin intercambiarlo por el mariscal Paulus, que era prisionero de los rusos tras la batalla de Stalingrado.

 

La respuesta de Stalin fue: 

 

—Yo no intercambio un mariscal por un simple teniente.

 

Tiempo después el muchacho fue muerto después de intentar escapar del campo de concentración donde lo tenían. A raíz de esto para los occidentales, Stalin era un monstruoso déspota que despreciaba aún la vida de su propio hijo. Pero para los soviéticos,  él era el padre de todos los rusos que en ese momento tuvo que tomar la decisión más dura de su vida. Esto le ganó el respeto de todos los soviéticos. Los veteranos cuentan que cuando avanzaban al ataque contra Berlín, todos los soldados gritaban: ¨¡Por la Patria, por Stalin!¨. Desde Stalin, hasta el soldado Alíyev, siempre tuvieron incrustada en la  mente aquella frase de que: ¨Los rusos no nos rendimos¨.

 

Podríamos decir que la frase más aproximada que nos da identidad cultural a los costarricenses, debería ser una más pacífica. Me inclino a considerar que esta frase es: ¨Pura vida¨. Menos directa que la de los rusos, mucho más pacifista y humanitaria, pero a la vez tan prostituida a través de un entorno cada vez más utilitario y superficial, puede que a estas alturas ya esté vacía de contenido y se haya convertido en lugar de un sello de identidad cultural, en un logo comercial del tico. 

 

Así, creo que si ayer la selección nacional le hubiera ganado a la de Panamá, miles de ticos vitorearían gritando: ¨¡Por la patria, por Bukele!¨.

 

 

La noticia del soldado ruso
 

jueves, 22 de agosto de 2024

Cuarta temporada de The Boys. Cuando la parodia es inquietante.

 

            Una de mis series favoritas de siempre es Chernobyl, su ambientación tan apegada a la atmósfera de cuando la catástrofe ocurrió, me provoca una inquietud tan cercana al horror, que el morbo que maneja mis emociones me lleva una y otra vez a repasarla. Dichosamente es una miniserie y tiene solo cinco excelentes capítulos que me dejan de muy mal cuerpo y peor talante al terminar de ver cada uno de ellos. Diría que ver esta serie, es uno de mis gustos más masoquistas. Es un efecto diferente al que, según se me ocurre, sucede cuando el público en general mira una película de terror. Padecen la tensión del suspenso y el morbo de la violencia, sabiendo que se trata de una película que pronto acabará y que el peligro y la maldad que se han contemplado, quedaron  dentro de una narración ficticia que entretuvo durante un rato. Pero en el caso de Chernobyl, el horror ocurrió, y puede que vuelva a ocurrir, y puede que lo estemos padeciendo en estos momentos y no nos enteremos. Es realidad, muy bien representada, tanto que termina exasperándome, aun cuando terminan sus créditos finales, cuando recuerdo algún detalle específico o cuando pienso que el mundo está minado de centrales nucleares que pueden estar en manos de ineptos, y de armas nucleares que están definitivamente en manos de psicópatas.

 


            Por estas circunstancias, es raro que una historia ficticia, me genere tan mal rollo al nivel de estresarme como lo hace la galardonada serie de HBO. Gracias a esto disfruto de mi afición al buen cine de terror y suspenso y mi adicción a la ciencia ficción en todos sus formatos. Pero resulta que me he encontrado con un producto reciente, que acabo de terminar de ver y me ha dejado con una sensación de inquietud existencial a pesar de que su temática sea pura fantasía de super héroes, eso sí enfocada de una manera muy, pero muy peculiar. Te hablo de The Boys y más específicamente en su cuarta temporada, la más reciente y la más actual. Si no conocés sobre esta serie, te hago un pequeño resumen: En el mundo existen los superhéroes, se trata de humanos con superpoderes. Pero los superpoderes no influyen para nada en su psique de humanos comunes y corrientes. Entonces lo que la historia plantea es lo que pasaría si personas normales y reales, con sus dilemas éticos y morales, con sus adicciones y problemas emocionales, con sus enfermedades mentales y manías; tuvieran poderes sobrenaturales que les pondrían por encima de sus semejantes. Imaginate a tu ex tóxica con superfuerza, o a tu jefe con el poder de leer la mente, o a un político local con el poder de manejar la voluntad de los demás. En la serie, los superdotados son casi siempre seres supercorruptos por su poder y que viven con un estatus de celebridades otorgado por los medios y las grandes corporaciones que les usan como productos y les permitirían hacer prácticamente lo que les da la gana. Para controlarles, la CIA crea un escuadrón especializado en operaciones secretas, que les vigilará, chantajeará y de ser necesario les matará. Este escuadrón es conocido como The Boys.

 


Como es de suponer, tan buena  idea no viene de Hollywood ni de los grandes estudios, sino del mundo del cómic, de la mano de uno de los autores más disolutos y polémicos que el noveno arte haya tenido, el irlandés Garth Ennis, creador del increíble Preacher o Predicador (cómic que por cierto recomiendo absolutamente y que me gustaría algún día tener su versión integral en papel, dado que cuando lo leí completo fue en digital, aun así, digo y repito: viva la piratería!). El cómic The Boys duró de 2006 hasta 2013, (por desgracia no pude conseguirme más que los dos primeros arcos narrativos);  y la serie en televisión inició en 2019, compartiendo el origen de lo relatado en el cómic, pero cambiando la narrativa a partir de la segunda temporada, porque mucho de lo que estaba en el cómic, era prácticamente imposible de representar en una pantalla de televisión, y eso que la serie es muy irreverente y sexualmente explícita. A pesar de no estar al nivel extremo del cómic, la serie desarrolla los planteamientos principales sobre la corrupción provocada por el poder, y la guerra entre el control corporativo contra el control político en la cual la gente común y corriente pone la mayor parte de las víctimas.

 



Recomiendo mucho la serie para quienes como yo, disfrutan del humor negro y violento y disfrutan del cinismo en su máxima expresión. No es para estómagos delicados, ni para verlo cuando mamá o alguna tía anda cerca. No hablaré más de la serie en general, porque lo que me ha traído al teclado es el comentario de porqué la cuarta temporada me ha dejado tan mal rollo y tan molesta inquietud existencial. Como te comenté antes, la serie tomó un camino distinto al cómic, y sus guionistas han sido lo bastante astutos y atrevidos, para construir una narrativa que presenta muchos puntos en común con la geopolítica actual y más específicamente con la polarización que se viene dando en EEUU desde 2020 cuando Trump perdió la presidencia y prácticamente encabezó el ataque al congreso. Y es que es notable como los productores de la serie, demuestran cómo a través del espectáculo, las noticias y las celebridades, los medios venden la idea del fascismo a las masas a través de seres casi divinos, siendo el mayor de ellos prácticamente el salvador de la patria, Homelander, un absoluto psicópata convencido que los súpers son superiores y que deben gobernar sobre los humanos normales. La construcción de Homelander como émulo de Donald Trump es más que evidente y la forma en como las masas se tragan la píldora y convierten poco a poco a la sociedad en una máquina fascista es casi el mensaje principal de esta temporada. Porque así es como está sucediendo. Un buen ejemplo es Argentina y su presente caos anarcocapitalista, elegido por un pueblo embrutecido a punta de programas de tele que ensalzaron a un pelele maniático, para que terminara de vender el país a los corporativistas como Elon Musk y los militares gringos y británicos. En Europa, los neonazis también marchan izando las banderas contra la inmigración para montar agendas corporativistas y capitalistas muy disimuladas. Por esto, es que una historia de superhéroes, una muy realista y morbosa eso si, es lo más parecido a la realidad que te vas a encontrar en cualquier plataforma en estos momentos.

 


Ni siquiera en las noticias te van a echar en cara tanta verdad. Te lo aseguro.  

 

Este es el trailer de la cuarta temporada...

miércoles, 17 de julio de 2024

ATENTADO PARA UN PUEBLO ATONTADO


     Primero, tres hechos históricos:

1.     15 de febrero de 1898 en el puerto de La Habana. El acorazado Maine había sido enviado a Cuba para proteger los intereses de los estadounidenses en la guerra de independencia que libraban los cubanos contra la potencia colonial española. A las nueve de la noche el buque voló en pedazos por una explosión que alcanzó las más de cinco toneladas de pólvora para los cañones que tenían en bodegas. Este evento fue usado como pretexto, a través del distorsionado e incendiario amarillismo de los periódicos de Randolph Hearst y Joseph Pullitzer para que los EEUU le declarara la guerra a España, la derrotara y se apropiara para fines prácticos de la isla de Cuba y de las Filipinas. En la explosión fallecieron doscientos sesenta marinos, pero casi todos los oficiales sobrevivieron.

2.     7 de diciembre de 1941, Pearl Harbor, Hawai. Trescientos cincuenta y tres aviones japoneses desplegados desde seis portaaviones atacaron la base de la marina estadounidense con el fin de evitar que los EEUU brindaran ayuda a las colonias del imperio británico en Hong Kong, Malasia y Singapur. En el ataque murieron más de dos mil estadounidenses y sufrieron grandes pérdidas navales. La agresión nipona, provocó la inmediata declaración de guerra de parte de EEUU y su entrada activa a la segunda guerra mundial, estableciendo su dominio sobre el Pacífico y de paso estableciendo su hegemonía militar a través del primero y hasta ahora único bombardeo nuclear en la historia de la humanidad. Recientes informaciones dan sentido a que días antes del ataque, los servicios de inteligencia norteamericanos se dieron por enterados de la inminencia de la agresión.  

3.     11 de septiembre de 2001, Nueva York. En un atentado terrorista dos aviones se estrellan contra el World Trade Center, provocando la muerte de casi tres mil personas. Este gran atentado, se tomó como excusa para que el gobierno de George W. Bush reforzara la represión y el espionaje interno con la excusa de la seguridad nacional, además de que sirvió como una justificación muy, pero muy averiguada para realizar la invasión de Irak, que terminó con la muerte de miles de civiles, el país destruido y su riqueza petrolera acaparada por los empresarios cercanos a la camarilla norteamericana gobernante de esa época.

 

Estos son tres ejemplos de lo que ahora se llama, atentados de falsa bandera. Como verás, los gringos son maestros en este arte. Ya sea con fines geopolíticos muy complejos como los que antes brevemente te describí. O para objetivos más sencillos, como mejorar la imagen de un candidato, convertirlo en mártir y en héroe, para que luego pueda convertirse en dictador. Y de paso obtener una foto para imprimir en camisetas y que uno que otro redneck se tatúe.

 







Claro, por el momento no puedo afirmar que el atentado contra Trump, sea también una acción de falsa bandera, que costó la vida a una persona del público, y naturalmente al sujeto que empuñó el arma. Pero esperemos unos años para que cuando pase a la historia junto a los hechos que ha desencadenado, veamos si fue un truco o una más de la sana costumbre norteamericana de darse bala entre ellos.

 




 

Tal vez, el hecho de que el expresidente naranja hubiese salvado su pellejo por un centímetro, retrase la inminente balcanización del país y les haga pasar por un periodo dictatorial que peligrosamente, para el planeta, de un poco más de estabilidad al decadente imperio. Pero recordemos que la insostenibilidad gringa es un hecho y balas más balas menos, pronto el imperio caerá. Lo malo es que seguimos muy cerca de esa torre a punto de derrumbarse. 


 

lunes, 8 de julio de 2024

A MIS TREINTA Y DIECINUEVE


 

 

Decía Cortázar que con el tiempo uno ¨siente menos y recuerda más¨, claro, el maestro se refería al plano emocional y romántico de las cosas. Porque hoy que llego al último peldaño antes del quinto piso, estoy convencido que en el plano material y físico de nuestra humanidad uno siente más dolor en la espalda y en las rodillas y recuerda menos dónde dejé las llaves o qué era lo que buscaba en el celular cuando lo tomé unos segundos antes. Lo de la rodilla se volvió un poco más que crítico cuando noté que además de la punzada intensa para subir las gradas venía acompañada de un rítmico sonido a cáscaras de huevos quebrados. Si hubiera aprendido a bailar alguna vez, podría enriquecer la salsa o el merengue con el sonido de maracas de mis rodillas. 

 

Tomando consciencia de que no quiero dejar de hacer caminatas en las montañosas tierras de mi pueblo, decidí visitar a una fisioterapeuta quien amablemente me dijo que la inevitable acumulación de calendarios hace en unos más que en otros que las rodillas se comporten como si estuvieran poseídas por el alma de un gato diabólico y además de joder sonaran de forma escalofriante. Le expliqué que de joven mis rótulas, a diferencia de mi personalidad eran bien extrovertidas y  tenían la mala costumbre de desmontarse y salir de su lugar para buscar nuevos horizontes a la derecha o la izquierda de donde debían estar brindando su función. En algunas ocasiones, recuerdo tratar de dominar el horror y en medio de un seco dolor colocar el hueso en su lugar, para pasar un par de días con la rodilla hinchada y una molestia rara que la gente de antes llamaba desconsuelo. La fisioterapeuta, me dijo que lo único que podía hacer era mejorar la musculatura de las piernas para disminuir los impactos sobre las rodillas y que para esto era necesario que me inscribiera en un gimnasio. 

 

Resignado a mi destino de asistir a un gimnasio, me di a la tarea de buscar el lugar ideal, en esta época en que esta clase de negocios han aparecido como hongos después de las lluvias. En otro momento escribiré de manera más detallada sobre los gimnasios, y ahora me limitaré a comentar que ya llevo tres semanas asistiendo a uno y tengo muchas observaciones curiosas al respecto. Relativo al tema que ahora te comento, (tuve que leer lo que estaba antes, porque no me acordaba) el de la edad, en el gimnasio no calzo ni con el rango de edad de gente joven que va para convertir su cuerpo en un objeto bien instagrameable , ni con el de las señoras adultas mayores que van a rehabilitarse de forma muy valiente y disciplinada alguna afección osteomuscular que les aqueja. Creo que estoy en el rango de adultos de mediana edad que se recuperan de lesiones y evitan un infarto temprano. 

 

Como algunos sabrán, he regresado a vivir a mi pueblo natal y con el tiempo que ahora dispongo de más, he podido ir recorriendo el barrio y reconociéndolo a partir de las diferencias de aquel que viví hace más de veinticinco años.  Ahora recuerdo porqué en Paraíso no han organizado nunca los juegos deportivos nacionales y es porque no existen cien metros planos. Sobra decir que esto me lo volvió a recordar mi rodilla. También de tanto en tanto me he encontrado con compañeros de colegio y amistades de juventud, a quienes encuentro convertidos en señores y señoras respetables. Olvidando claro, que yo calzaría para ellos dentro del mismo marco descriptivo, aunque creo que no tan respetable. El encuentro promedio va de la siguiente manera: ambos sostenemos la mirada por más de un segundo y cuando alguno de los dos presenta algún movimiento que saque de la parálisis que provoca el hurgar en la memoria, se reacciona con un saludo rápido y genérico ( -¿Cómo estás???!, ¡Tanto tiempo!-) obviamente omitiendo el nombre, porque en nuestros adentros corroboramos su nombre o apodo, o si este último es aún válido para ser usado con el respetable señor con el que nos encontramos. El otro u otra persona muy probablemente también está batallando por recordar el nombre de viejo que le está saludando, y confirmando que si se trata de una versión arruinada e hinchada del compañero de colegio de hace treinta años. Por esto, lo más prudente es seguir la conversación por campos lo más genéricos posibles como el clima, la salud o el pueblo. Algunos momentos después si ya se considera ubicada la identificación, se puede proceder a preguntar por la familia o por amigos o compañeros mutuos tratando de no detallar mucho, no vaya a encontrarse el haber omitido algún fallecimiento del que no se sepa y arruinar el momento. Todo este ejercicio de ingeniería social instantáneo, provoca cierto agotamiento, que hace desear que la conversación concluya lo antes posible, lo cual llega con la promesa de un próximo reencuentro incluyendo otros amigos para recordar viejos tiempos. 

 

No se otras personas, pero yo al menos, no tengo ganas de recordar viejos tiempos, aún no. O por lo menos con mis rodillas, prefiero enfocar el esfuerzo en mejorarlas, antes de que la próstata, o alguna otra luz del tablero del dash de este modelo 75 se encienda y mi atención se concentre más en sentir estos años que en recordar los pasados.

viernes, 28 de junio de 2024

QUINCE UÑAS, UNA REFLEXIÓN SOBRE EL EGOÍSMO IDIOTA

 

A continuación te relato lo que me ocurrió ayer por la mañana. Antes de que alguien suba un video a las redes, lo veás y me llamés a avisarme y a vacilarme, mejor leete lo siguiente y preparate para reír o llorar. 

 

            Me dirigía con Brenda hacia San José, y desgraciadamente llevaba cierta prisa dado que ella debía tomar el bus hacia Guápiles, por la carretera que recién a primera hora habían abierto después de estar bloqueada dos días por derrumbes. Su madre está enferma y ella iba a acompañarla y cuidarla. El clima gris y el anuncio de una nueva onda tropical auguraban que si nos retrasábamos existiría la posibilidad de que el camino se cerrara de nuevo y el viaje hacia el Atlántico sería mucho más agobiante y peligroso. Los días que la carretera alterna ha sido la que atraviesa Cartago, han convertido en un caos la vieja metrópoli, y hoy tomé la desafortunada decisión de atravesar la ciudad por la llamada avenida del comercio, la que pasa al sur del mercado municipal. En días pasados esa calle no estuvo tan congestionada como hoy y por eso por ahí me mandé. Fue un congestionamiento normal como de doscientos metros desde la esquina de Malued, hasta el mercado. Cuando logré llegar y pasar el semáforo de la McDonalds diagonal al mercado, quedé detrás de un destartalado Hyundai que con toda la cáscara del mundo paró junto a un chancero y se puso a comprar lotería bloqueando el paso. Después de los diez segundos de paciencia que a esta edad me manejo, le pegué tres pitazos y el cólico color morado ni se movió. Un momento y unos pitazos más adelante avanzó lentamente hasta que el siguiente semáforo se puso en rojo. Sobra decir, para los que conocen cualquier ciudad de este estreñido país, que al haber carros parqueados a ambos lados de la calle el único paso de avance es el de un imaginario carril central que en su magnanimidad otorgan todos los miserables que se parquean donde no deben. Por esto el sarandajo  que estaba delante de mí no me permitía ninguna otra movilidad que la de mi mandíbula para maldecir a todos sus antepasados. 

 

            Un detalle importante que he omitido mencionar, es que la pantufla morada que iba delante, tenía una calcomanía con el logotipo universal de las personas con discapacidad. En esos momentos, yo ya estaba seguro de que la discapacidad que alardeaba era definitivamente mental y social. Igual mi descontento, aunque contenido por esta circunstancia, crecía más y más. 

 

            Después de otros tres pitazos que le brindé cuando se mantuvo quieto bajo el semáforo en verde, sucedió lo que ya tenía previsto: mi amigo el conductor de adelante, bajó de su carro. Se trataba de un sujeto de unos 60 años bien maltratados al que le faltaba su brazo izquierdo desde el hombro. Muy agresivo se acercó a gritarme que de qué se trataba la pitadera, que si acaso me precisaba avanzar. En realidad no le puse mucha atención a lo que dijo porque al mismo tiempo luchaba por controlar mi cólera en vista de que no sería buena idea enfrentarse a un casi adulto mayor que para colmos tenía una discapacidad. Pero el tipo hacía gala de su vocabulario de como cincuenta palabras casi todas altisonantes a grito pelado. Le dije en el mismo tono poco tranquilizador con el que me hablaba que no solo me estaba estorbando a mí, si no a como trescientos metros de carros y que lo que quedaba de calle no era para que se detuviera a comprar lotería. Más o menos lo mismo pero en otras palabras más de usar al frente del mercado de Cartago una mañana entre semana. 


            El sujeto retornó a su cólico ambulante y pensé que ahí acababa el asunto, pero no. Del espacio para poner chunches en la puerta del conductor, sacó un cuchillo de cocina de los baratos y que de ser usados para fines bélicos, pueden ser letales por la infección que produciría su corte. En seguida cerré mi ventana y calculé como proceder.  Digamos que el patán ahora con un arma en su única mano podría ser un objetivo más equilibrado y sin desventaja para enfrentar, podría abrir la puerta de golpe empujándolo mientras me maldecía y darle una sola patada que, aprovechando su desventaja simétrica, podría mandarlo al suelo. Pero también pensé que si el incompleto ese al caer se reventaba la coca contra el borde del caño, y se iba al infierno de los mancos, a mí me caerían de forma gratuita bastantes problemas con la ley. En ese momento eso y eso nada más, es lo que me dio miedo. Comprendí que había dominado la bestia furiosa que los ticos tienen dentro y que evitaba el conflicto para evitar mayores consecuencias. O sería tal vez que no quería brindar un show gratuito a toda la barra de mercado, que imagino estaba contemplando la situación, pero que no determiné por estar concentrado en los movimientos de mi seccionado antagonista. Mientras mezclaba estos pensamientos con la cólera de tener que aguantar la situación, el quince uñas de afuera golpeó con bastante fuerza el vidrio de la ventana lateral de mi  carro. Entre el instante en que sentí el fuerte impacto y cuando verifiqué que al vidrio no le había pasado absolutamente nada, me pasaron tremendos impulsos de destrucción masiva y exterminio hacia lo que se moviera fuera del carro. Sentí que Brenda me aflojó la mano que hace rato me sujetaba la muñeca y por un momento pensé que sería ella era la que se bajaría del carro para ajusticiar al desquiciado atravesado. 

 

            Pero después de esto el tipo regresó a su inodoro ambulante y se largó. Lo único que me pasó por la mente era un episodio de South Park en el que dos chicos discapacitados peleaban y el cabrón de Cartman gritaba ¨¡pelea de discapacitados!!!¨

 

            Pasado el incidente y el mal sabor de un colerón no desahogado, algo he reflexionado al respecto. Ya todos sabemos que las calles son una olla de presión y lo mejor es andar con cuidado porque hay mucho idiota suelto que no sabe manejar su frustración y revienta con un poquito de temperatura adicional. A las calles se les llama vías públicas porque son de todos, no las han privatizado aún, bueno ya tenemos el primer ejemplo con la ruta 27, pero ese es otro tema. Las calles de siempre tenemos que usarlas todos, desde el narco que se compra un Lamborghini y lo pone a nombre de una empresa inmobiliaria para lavar las ganancias, hasta los gajos de los piratas  que transportan los paquetes que generan esas ganancias de un punto a otro del país bajo las narices de un poder judicial distraído en contar dineritos que les llegan de forma misteriosa. Las usan los trabajadores y los estudiantes en los autobuses de empresas millonarias que se resisten a dar un buen servicio y bajar sus tarifas, así como los desempleados que cansados de buscar infructuosamente empleo, se dedican al transporte informal y el gobierno les considera emprendedores exitosos para disimular los índices de desempleo. Todos usamos las calles y debemos compartirlas con nuestros semejantes. Por eso, alguien que de forma irresponsable entorpece el paso de sus colegas conductores por un capricho que puede ser desde comprar chances, hasta detenerse frente un negocio cerrando el paso porque no sabe parquear en reversa (si alguien conoce la soda el Patty en Limón, sabrá de qué les hablo), ese alguien manifiesta con esa acción su desprecio por los demás y deja en evidencia su calidad como ser humano. 

 

            El egoísmo lleva a cualquier sociedad a un régimen de miseria y opresión, porque si se da más importancia a la comodidad y la ventaja individual, por encima de la del colectivo, su grupo humano será fácilmente aplastado por otro grupo humano con más recursos y mejor organizado. La falta de consideración para con los demás que comparten la carretera, es equivalente a la falta de consideración con los de su misma clase. Los individuos que presentan este comportamiento, son en definitiva, ejemplos del éxito en el proceso de desmontaje de la educación y la cultura de nuestro pueblo, que han realizado los oligarcas en el poder con el fin de convertirnos en un pueblo sin historia, sin identidad y por consiguiente, fácil de dominar. 

 

            Así, mi antagonista de vía pública de esa mañana, llamémosle el señor Quince Uñas, es al fin y al cabo un ejemplo de cómo un país se va democráticamente  a la mierda. Tal vez la intimidación pública que me propinó le haya traído un poco de simiesca alegría en su miserable existencia, a pesar de que comprobó que los vidrios de los carros no ser rompen de un puñetazo como en las películas y cuando salga en su carrito morado a correr las calles que según él posee, se percate de su idiotez por el dolor y la hinchazón de su única mano. 


 

miércoles, 12 de junio de 2024

Lamentables estampas ticas del siglo XXI

 

            Primera estampa moderna tica: 


 

Vemos el video tomado desde una cámara fija que vigila el corredor del apartamento en el que hay un frontier doble cabina en primer plano. Una mujer sale gritando hacia alguien que está en el siguiente apartamento, al fondo de la escena. Esta dama grita gesticulando mucho con sus manos a otra que le responde desde su puerta. Aparece un tipo grueso y calvo, al parecer el marido de la mujer que está en el primer plano, parece que procura calmarla. Se asoma hacia la otra vivienda sin decir nada y se coloca detrás del frontier, quedando en primer plano frente a la cámara, saca una pistola, le retira el seguro y se la guarda en la pretina del pantalón. En ese momento las vecinas se acercan al lindero entre los apartamentos intensificando su discusión, al parecer sobre una llave de paso del agua. La vecina del fondo, viene acompañada por su marido. El que porta el arma se acerca a su esposa. La discusión entre las mujeres continúa cuando el hombre del apartamento del fondo de la imagen, se acerca al otro intentando un balanceo boxístico y lanza un golpe chabacano que no pasa de coscorrón a la calva del otro. Este retrocede al sentir el golpe, torpemente saca el arma y sin que el otro logre huir, le dispara todas las veces que puede hasta que su esposa le agarra por detrás y lo jala obligándole a detenerse. La otra esposa al ver la escena, invisible a la cámara porque sucede tras una columna que genera un punto ciego, huye unos cuantos metros hacia el frente de su casa. Son las siete y treinta de la mañana de un lunes, en un condominio en Escazú, una de esas soluciones habitacionales que los ticos prefieren más que todo por razones de seguridad. Para estar a salvo de antisociales y de gente de diferente clase social.

 

            Esto sucedió el pasado lunes 3 de junio, día en que algunos conmemoramos el centenario de la muerte de Franz Kafka. Ese mismo día se dieron 4 homicidios en el país y el pasado mes de abril fue el mes con más asesinatos de la historia de Costa Rica. El mismo día mediante un decreto el poder ejecutivo del presidente Chaves, ordenó retirar todos los proyectos de ley de orden del día, que incluían proyectos de seguridad, combate al narcotráfico y corrupción que se discuten en el congreso para que sólo se pueda discutir el proyecto de ley llamado ¨Armonización del Sistema Eléctrico Nacional¨ que es ni más ni menos que un proyecto para la privatización del ICE. Así de interesado está el gobierno que padecemos en manejar el problema de la violencia que está ocurriendo.

 

            Así con este movimiento más o menos planificado del combo chavespectaculero pasamos a la siguiente estampa tica en video. 

 

(no vale la pena verlo todo, la estampa que me motivó a escribir está a partir del minuto 14:51, donde el primer ciudadano tico habla con su perrodista)

 

             El presidente con su característica forma de hablar presenta ante la asamblea legislativa el proyecto de realizar un referéndum para que, según él, sea la ciudadanía la que le permita prácticamente gobernar por decreto en varios aspectos considerados por su equipo ( o sea él, y los señores invisibles a los que no le grita ni les corta el rabo) y que naturalmente no tienen nada que ver con asuntos de verdadero interés nacional como son la seguridad, el medio ambiente, la gentrificación y sobre todo la educación.

 

            Hay un recuerdo que me llega siempre cuando veo al presidente hablar en público. Era de un sujeto que siempre llegaba a las cantinas de mi pueblo a pulsear que le invitaran algún trago o una birra. Su técnica consistía en hacer conversación sobre cualquier tema extendiéndolo como si lo dominara y hablando a todo pulmón con un tono entre condescendiente y burlón. Su forma de hablar casi nunca permitía réplica porque el que le seguía la corriente podía verse expuesto al ridículo por rebajarse al nivel de semejante papanatas y a la vez no lograr quitárselo de encima por la atención que le había brindado. La gran mayoría de los casos, entonces, le invitaban a un trago y el orador dirigía sus palabras a alguien más en recompensa al que le concedió la invitación. Así, casi todos los presentes terminaban patrocinando la juerga del hablador y este se salía con las suyas.  

 

            Lo último que supe de este orador de cantina fue que estableció una iglesia neopentecostal y que el evangelio de la prosperidad le convirtió en un hombre rico. Se dice que muchos de sus seguidores eran aquellos que le invitaban los tragos en sus días de cantina para quitárselo de encima.

 

La entrada número 100

 


 

Otra vez he dejado de lado las actualizaciones de este blog. Igual, creo que casi nadie lo lee, muy pocos se habrán enterado y muchos menos lo echarán de menos. Mis camaradas más cercanos están al tanto de que he tenido que lidiar en los últimos meses con cambios importantes en mi vida cotidiana, y lamentablemente las ideas se han ido ordenando a un ritmo que parece ser el de los sueños, en un tiempo muy diferente al que venía acostumbrado, se puede decir que de toda mi vida. 

 

Precisamente en el momento en que escribo esto, me doy cuenta que es la entrada número cien de este blog, y aunque llevaba algo listo para subir, decidí hacer esta modesta entradita para que sea el Tolomuco Rabioso blog #100 y marque un cambio en la dirección de la orientación y el sentido de las cosas que subo aquí. 

 

Un cambio más, como muchos que he tenido que asumir últimamente, necesario también, y espero que para mi bien en primer lugar, para el de mi salud mental, y ojalá para quienes leen este blog, y a veces hasta lo disfrutan. 

 

Si estás leyendo, esto, de antemano te lo agradezco y si es la primera vez que visitas este humilde blog, te invito a revisar entradas anteriores, no me importa si te gustan o no, pero espero, eso sí, que no te dejen indiferente y provoquen aunque sea alguna pequeña reflexión sobre el tema que trate lo que hayás leído.  También anuncio aquí que procuraré retomar los podcasts del Tolomuco Rabioso Podcast y sobre todo el de 70 y Rock. A pesar de todo, estas pequeñas creaciones mías no merecen que les deje botados en el ciberespacio y retomarlas, estoy seguro me será de mucho provecho sobre todo en el campo de mi estabilidad mental. 

 

No es por falta de temas, puesto que si sos una persona consciente, ya estarás al tanto de que estamos al borde de una tercera guerra mundial, el imperio gringo y europeo se acercan a su fin y procuran aferrarse a una locura fascista para salvarse, además en Costa Rica, como si eso fuera posible, padecemos el peor gobierno de la historia, manejado por monigotes que le rinden pleitesía a un megalómano de barrio que trabaja como siempre para los oligarcas más ricos de la región y la población más que nunca carece de cultura y educación necesarias para enterarse que ya no estamos al borde del abismo sino que  estamos colgando de una mano que suda y se resbala. 

 

Lo digo así, nada más y nada menos. Aquí sigo, con 100 entradas y en cambio constante. Si te gusta lo que leés, te agradecería lo compartás con tus amigos y si no te gusta, igual esa no era la intención, mejor suerte en tus siguientes lecturas. 

 

(por cierto, las ilustraciones son mías)