lunes, 16 de diciembre de 2019

IT WAS THE TIME FOR A CHANGE


¡Qué maldita decepción vivir en estos tiempos en los que los malos siempre ganan!
Las elecciones en Reino Unido, las elecciones del Brexit, ponían frente a frente a dos elementos de una Inglaterra más polarizada que nunca. Por un lado los conservadores, dignos descendientes del neoliberalismo de la Thatcher, liderados por el más simiesco remedo de Trump: Boris Johnson, un impresentable que admira a su colega norteamericano; los tories,  antiguos negadores del cambio climático y actuales negadores de las medidas para evitarlo, proponen separarse del resto de Europa, cerrar las fronteras a los inmigrantes, privatizar el servicio social de salud y continuar liberando a los más ricos del pago de sus impuestos. Por el otro lado, Jeremy Corbin liderando a los laboristas, con un mensaje fresco y fuerte de cambio radical: una agenda fuerte y directa de descarbonización para liderar la lucha contra la crisis climática, la nacionalización del transporte público para que los millonarios que lo manejan dejen de hacer clavos de oro de los bolsillos de los trabajadores, la protección ante las amenazas de privatización del NHS ( National Health System sistema de seguridad social pionero en el mundo efectivo y accesible para todos los británicos)  y sobre todo la liquidación definitiva del Brexit, para abrazar la Unión Europea y comprender que solo unidos y dejando de lado las diferencias entre las naciones es que se puede lograr un verdadero progreso.

El resultado de la elección: un rotundo fracaso para los laboristas. La derecha casi fascista sigue en el poder ahora acuerpada por las mayorías que les han dado libre paso para seguir contaminando, privatizando servicios, discriminando inmigrantes, separándose de otras naciones y protegiendo a los grandes capitales. Otro país más que se vuelca al fascismo y la negación de los grandes peligros que afronta la humanidad. Al igual que casi toda Europa, vuelven a retumbar los discursos demagógicos de brutos colocados en podios por millonarios, gritando que los culpables de la crisis son los inmigrantes, que el cambio climático es una idea socialista para boicotear la industria y que las cosas suceden por voluntad divina. Las mayorías una vez más demuestran la estupidez y el miedo propios de nuestros tiempos. La estupidez, provocada por medios de comunicación interesados  en apartar las mentes de lo realmente importante para poder deteriorarlas y manipularlas; y el miedo, provocado por el temor al otro, al diferente, al futuro, al desamparo de las leyes y el sistema que, segun ellos, necesita, según les hacen creer, de una mano fuerte y dominante que ponga orden y les de seguridad en sus hogares.

El mundo del segundo decenio del siglo XXI empieza a parecerse mucho con el que había cien años antes. En la década de los 30s del siglo pasado, por todas partes existían gobiernos fascistas de ultraderecha que dominaban a los pueblos con discursos de odio y negación. Todos sabemos muy bien qué sucedió poco después. 

lunes, 6 de mayo de 2019

CAMBIO RADICAL I


  

        Nuevamente me planteo la posibilidad del cambio radical en mi existencia. Hace tiempo, creo que desde que cumplí los cuarenta, ya casi cuatro años hace, que considero que estoy estancado y no voy a ninguna parte. Creo que hace bastante me encuentro acomodado en la nube de confort de la seguridad económica, un tanto mediocre y mentirosa, si preguntan, puesto que no me ofrece nada para el futuro y apenas sustenta mis baratos gustos y pocas necesidades. El cambio radical, a mi suponer me dará un objetivo de vida necesario para apartar esa nube que poco a poco se solidifica frente a mí y se convierte en la montaña de la cruda realidad ante la cual como única opción de enfrentamiento que considero es el suicidio. 

            Ahora bien, si estimo que el cambio radical puede ser lo único que salve mi vida o al menos le de un sentido a su final, debería esforzarme en saber hacia donde enfocar dicho cambio para poder ejecutarlo de forma adecuada. Tendré que pensar en todas las vertientes de mi existencia como si se tratara de un río que en su desembocadura al océano se fragmentara en muchos brazos que fraccionan su fuerza original y que en lugar de irrumpir con el gran poderío del caudal imponiendo respeto a la masa de agua superior en volumen que es el mar, más bien llegaría tímida a rozar apenas las arenas de la playa. Es preciso pues, cerrar algunos de estos brazos y unirlos en un caudal principal que reúna la fuerza y esencia del río original y que desborde con energía contra el océano y que este se entere de la fuerza de su nuevo visitante. 

            La anterior metáfora creo que me da una pista sobre la clave principal de la cuestión del objetivo del cambio radical buscado: EL TIEMPO. Aprovechar el tiempo debe ser la consigna. La creatividad no puede esperar, aparece de pronto y si no la capto estando disponible, no la podré utilizar como combustible para la nave que quiero tomar para largarme de una vez de este planeta de mediocridad en el que la falta de huevos me tiene encallado. 

            Ahora la cuestión es la siguiente: ¿Cuáles son los brazos o canales que debo represar para aumentar el caudal principal de mi río? ¿Cuáles naves debo quemar? Creo que ya se cual será la víctima de mi sacrificio personal y el dolor desde ahora me acosa y me asusta.

            Esto me recuerda la historia de Aryuna quien ante la disyuntiva de combatir contra sus parientes y amigos con quienes había tenido felices vivencias, está a punto de dejar su arco y evitar la batalla. Entonces Krisna con la revelación del Bhagavad Guita le insta a luchar para imponer lo correcto, sin consideración a su sufrimiento personal, el costo o la posible recompensa. El cumplimiento del deber moral, le dice, tiene preferencia sobre cualquier otro propósito, ya sea espiritual o material en esta vida. Ante un deber moralmente correcto y principal, se debe sacrificar lo necesario para realizarlo. 

            Espero que no llueva mañana por la madrugada, para salir a dar una vuelta con la bicicleta. Necesito despejar la mente y endurecer el cuerpo.