lunes, 16 de mayo de 2016

LOS BUENOS LUGARES LOS HACEN LAS BUENAS PERSONAS.


El otro día escuché un podcast con una entrevista al gran violinista libanés español Ara Malikian, donde el músico relataba sus difíciles primeros años como refugiado en un Líbano asolado por la guerra, y como a los 15 años tuvo que emigrar solo a Europa a buscarse un futuro lejos de la guerra pero dejando su familia, amigos y patria atrás. Al recordar a su gente de Líbano, Ara resaltaba el profundo optimismo con que viven, su afabilidad y su esperanza constante en que los días que vienen serán mejores. Para ojos extranjeros resulta curioso que un pueblo tan golpeado por años de guerras, colonizaciones, despojos, siga siendo optimista y espere lo mejor de los días venideros. Cuenta el músico que al llegar a Alemania, lo primero que le llamó la atención fue que toda la gente hacía mala cara y andaba triste y deprimida por las calles. El joven no se explicaba porqué, ahí donde todo estaba bien, la gente era tan pesimista y mientras en su tierra, en medio de bombardeos y ruinas, las sonrisas afloraban más en las caras de las personas. Curiosa anécdota digna de un sesudo desarrollo sociológico al cual ni de cerca me asomaré. Nada más me interesa plantear la cuestión de cuanta fé se puede tener en el animal humano, cuando es evidente cómo todo lo contamina y echa a perder. En lo personal, yo no tengo muchas esperanzas en que la humanidad llegue alguna vez a convivir en paz consigo misma y con el planeta en el que habita. No creo que nada vaya a cambiar para bien, sin que de por medio ocurra un cataclismo físico u espiritual que haga que el ser humano considere su verdadera posición en el universo. Tal vez me falta, y mucho la resilencia (capacidad de los humanos a sobreponerse a situaciones dolorosas o adversas) que presentan los pueblos como el libanés, y en general a los occidentales desmemoriados nos pasa que solo apreciamos lo que tenemos de frente y no lo que ha costado conseguirlo; por tanto mi pesimismo pueda ser hasta algún punto reprochable como poco constructivo. Pero no se hallan fácilmente evidencias de que ¨los buenos lugares los hacen las buenas personas¨ ; más bien es más frecuente ver que ¨eran buenos lugares hasta que llegaron ciertas personas ¨.