Cuatro de la
madrugada, de domingo de resurrección. Hace rato que perdí el sueño y ahora
nada más hacía el ejercicio de sentarme frente a la página en blanco durante
veinte minutos sin hacer nada a ver que sale. Si no sale nada, volveré de nuevo
a la cama a buscar que el inconsciente tome las riendas. Pero las riendas no
las quiere soltar el otro, el consciente, aunque quiera hacerlo.
Hoy se cumplen
59 años del regreso de Yuri Gagarin a la Tierra después de pilotear el primer
viaje espacial de la historia, y hoy estamos en esa misma cápsula azul que el asombrado
capitán fue el primero en mirar desde afuera, todos confinados y separados en
medio del miedo a la pandemia. Tal vez en ese momento Gagarin, habría pensado
que dentro de sesenta años, estaríamos explorando y puede que habitando otros
mundos en lugar de estar encerrados con miedo en este nuestro viejo y matratado
planeta al que nunca tratamos como se debe.
La
noticia del día de ayer fue que Estados Unidos ahora está a la cabeza de la triste
lista de contagiados y muertos por la pandemia del Covid-19. La primer potencia
capitalista del planeta, la triunfadora de la guerra fría, el policía universal
de la ¨democracia y la libertad¨ liderada desde hace mucho por oligarcas que trabajan
en función de las ganancias de Wall Street y del poderío económico de corporaciones
que poseen el 98% de la riqueza del planeta misma que mantienen al margen del
99% por ciento de la población; hoy excava fosas comunes en su principal ciudad
y cuenta por miles las muertes que pudieron ser evitables si el país contara
con servicios básicos de salud. Su actual líder, más parecido a un supervillano
de cómic de superhéroes que a un estadísta político conocedor de lo mínimo para
gobernar algo, se hizo de la vista gorda ante la amenaza y luego se aprovechó
de ella para su discurso de demagogia infinita y beneficio de los mercados.
Ahora no encuentra en que agujero meterse y simula ser un jefe preocupado, ejerciendo
de pirata para confiscar suministros de otros países y aprovechar la crisis
para hacer más daño a los países que le antagonizan.
Como
en todas las películas de zombies, al final la peor amenaza no son los muertos
vivientes que comen carne humana y espantan con sus feas caras. La peor amenaza,
sobre todo en las películas menos malas, es el comportamiento de los sobrevivientes
a la pandemia. Los líderes abusivos que declaran oficial la ley del más fuerte,
las masas de sobrevivientes asustados que atacan y linchan a los sospechosos de
estar infectados, los que evitan la solidaridad humana y acaparan los bienes
para los de su grupo, los que se aprovechan económicamente del pánico y no
ayudan al desvalido; todos esos personajes y más podemos encontrarlos en el
comportamiento político de los EEUU y de sus líderes. Quedemos claros que esta
ha sido su conducta desde hace tiempo, y que la diplomacia de los demás países,
reconociendo la importancia militar y económica norteamericana, hace que se
pasen por alto sus desmanes; pero hoy en medio de la crisis de la pandemia es más
que reconocible el mal actuar de los líderes de esa nación para con las demás
naciones y para con su propio pueblo. Cuando se anunciaban los primeros miles
de contagiados en EEUU, el impresentable de Trump convocó a que fuerzas armadas
navales se aproximaran a Venezuela con la excusa de combatir el narcotráfico.
Tal vez por lo fuerte de la crisis a nivel mundial no se ha vuelto a saber
mucho al respecto de este cerco militar, me gustaría que todos los barcos
desplegados tuvieran que regresar a sus puertos con la mayoria de la tripulación
muy enferma, pero si así fuera, dudo mucho que lleguemos a saberlo. También se le
ha solicitado suavizar los embargos hacia países como Cuba e Irán para que
puedan conseguir suministros y medicamentos para combatir la pandemia, pero han
hecho oídos sordos a los pedidos de la OMS al respecto. Además han incursionado
en el campo de la piratería confiscando suministros contra la pandemia, que se
dirigían a otros países e intentado sobornar a investigadores científicos para
comprar la exclusiva de una posible vacuna contra el mal.
Anoche
terminé de ver la estupenda serie documental de Netflix ¨Tiger king¨. Al
principio no daba crédito a lo que presentaban y me daba la impresión de que se
trataba de un falso documental, pero no es así, los personajes y las
situaciones que se muestran son reales y dan un muy buen pantallazo de como es el
poblador estadounidense promedio que no nos muestra el cine o la televisión. Si
usted alguna vez se preguntó como diablos llegó un monigote tan despreciable
como Trump a ser el presidente de EEUU, dese cuenta como son las mayorías en
ese país. Esta serie es un ejemplo más de que la realidad casi siempre supera
la ficción. Parece no tener sentido, pero la trama de coleccionistas de
animales exóticos, armas, drogas y ansia por el dinero que se retrata en la
serie es esclarecedora si se le pone un poquito de mente, sobre la cantidad de
víctimas que al día de hoy está cobrando la pandemia en los Estados Unidos. Sus
líderes han formado culturalmente a su población de manera de que se preocupen
más por su derecho a poseer armas o grandes felinos que por tener derecho a una
salud universal. Así han conseguido tener una población ignorante, egoísta y
dispuesta a votar por el payaso más llamativo que le pongan enfrente. Así será como
enfrentarán la pandemia, con rifles de asalto y municiones que pueden comprar
en wallmart.
Dos
días antes de que EEUU le ganara el primer lugar en contagios y muertes por la
pandemia a Italia, el precandidato por el partido demócrata Bernie Sanders, se
retiró de la contienda contra Joe Biden dejándolo como virtual opositor a
Donald Trump para las elecciones de noviembre. La mala imagen de Biden, así
como su fama de otro oligarca más pero del lado demócrata, muy probablemente
hagan que Trump se lo coma vivo y con
sus miles de conciudadanos muertos a cuestas vuelva a proclamarse presidente de
nuevo. El programa estrella de Sanders era implantar un sistema de salud
universal con alcance para toda la población. Sus opositores le achacaban que
tenía ideas comunistas. Trump le llamaba el ¨loco Bernie¨, tal vez ahí, el
maldito si tenía razón.