Es inquietante pensar a veces, que en un instante nos
puede cambiar la vida. Un descuido al volante, un resbalón en el baño, una mala
ubicación en el peor momento, el descuido al volante de alguien más, la falta
de equilibrio o la falta de atención o simplemente decir lo menos adecuado a la
persona menos conveniente; cualquiera de estas situaciones pueden dar un vuelco
a la existencia y poner todo patas arriba. Ya sea por tu culpa o por mero azar
del destino, no volvés a ser quien antes eras. Para bien o para mal. Algo
externo te afecta hasta tal punto que dejás de ser el mismo que antes eras, la
perspectiva de la realidad te cambia, puede que para siempre, y terminés siendo
completamente otra persona. Otro ser.
Si tu
inteligencia emocional y tu raciocinio están más allá que acá, lo más probable
es que un mal día, más que un mal momento, te convierta en algo completamente
distinto a lo que antes eras. Otra vez: para bien o para mal.
O
puede que no.
Esta
es la teoría que pretende demostrar el Joker a lo largo de esta corta novela
gráfica, en la que secuestra y tortura al comisionado Jim Gordon, con el afán
de hacerle perder la cordura. Considera que la tensión emocional límite puede
dar al traste con los límites morales, éticos y racionales de cualquier ser
humano. Pero no logra su cometido. A pesar de la tortura y hasta de haber sido
expuesto a imágenes de su hija desnuda y malherida, mantiene la coherencia de
pensamientos y no pide venganza al hombre murciélago cuando este le libera y atrapa
al Guasón. Al final el Joker se da cuenta que los que pierden la chaveta por un
mal día, son individuos dañados, con grandes problemas psicológicos y
emocionales como él. Y como Batman, su némesis, quién desde el principio le
plantea que ambos están destinados a enfrentarse hasta que uno acabe con el otro.
No es por nada, que Alan Moore haya declarado, que Batman y el Joker son dos
caras de una misma moneda.
Al
principio y al final de la obra Batman, quien ha logrado canalizar su catástrofe
personal a través de la lucha contra el crimen, ofrece al Joker la redención a
través de su ayuda para recobrar la cordura, para volver a ser racional. Pero
el psicópata niega que tenga redención alguna, dado que ya ni siquiera tiene
recuerdos de quién fue antes de su desgracia.
El ser
que antes fue, no existe, las primeras víctimas de su locura, han sido sus
recuerdos. De aquí se puede asumir que la historia de origen del malhechor,
puede que no sea la verdadera, porque como dice el Joker: ¨si me preguntan
sobre mi pasado, mejor que la respuesta sea de opción múltiple¨. Esto enriquece
al personaje y le vuelve más invulnerable ante Batman, quien se exaspera al
saber que odia tanto a alguien a quien no conoce para nada. La falta de
información para el mejor detective de Ciudad Gótica es un fallo importante que
le torna vulnerable ante su némesis.
En
vista de lo críptica que es la narrativa de Alan Moore en otras de sus obras,
como Watchmen y From Hell, puedo inferir que el apartado del origen del Joker
en ¨The Killing Joke¨ es una historia para despistar, un falso recuerdo, porque
no, un recuerdo autoimplantado en la mente del desquiciado criminal, que él
mismo no está seguro que haya sucedido. Esta consideración se me plantea a
partir de su discurso sobre los recuerdos donde menciona:
¨¿Te
acuerdas?¡Ohh, yo no haría eso! Recordar es peligroso, el pasado me parece un
lugar tan repleto de ansiedad y preocupaciones… Supongo que podríamos llamarlo
¨pretérito imperfecto¨ JAJAJA.
Pero…
¿Podemos vivir sin ellos? Los recuerdos son los cimientos de la razón. ¡Si no
somos capaces de afrontarlos, negamos la razón misma! Aunque ¿Por qué no
hacerlo? ¡Tampoco es que tengamos un contrato que nos vincule a la
racionalidad! ¡No hay cláusulas de cordura!
Así
que, al sentirte como pasajero de un horrendo tren de pensamientos que se
dirige a lugares insoportables del pasado, recuerda que siembre quedará la
locura. La locura es una salida de emergencia. Puedes salir y cerrar la puerta
a todas esas terribles cosas que han ocurrido. Puedes apartarlas de ti… Para siempre.¨
El
Joker de Alan Moore convierte a la irracionalidad en escape y consecuencia de
la desgracia sufrida, creando la paradoja de que al eliminar el recuerdo de
dicha catástrofe ha cruzado una línea de no regreso hacia la demencia y no
podrá escapar de la misma a menos que sea muriendo en manos de su reflejo
desquiciado: el hombre murciélago. Esta paradoja hace que la historia sea
cíclica y que termine tal y como empieza, aunque con la diferencia de que
podemos ver a Batman contemplar al Joker como su semejante, colega de
desgracias y compartir una carcajada demencial por su último chiste.
Reír
para no llorar.
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