En las guerras los verdaderos héroes son los que logran salvar su vida o las de otros, sean quienes sean: sus compañeros, población civil, aún hasta enemigos. Si logra salvar su propia vida y sobrevivir al predicamento en el que las clases dominantes le han metido, cualquier soldado se puede considerar un héroe. Allá luego, tendrá que lidiar con la bayoneta de la consciencia contra las costillas, dependiendo de los actos que haya cometido, por orden o por voluntad en el frente.
El soldado ruso Zakaria Alíyev defendió su posición de la artillería y ataques de drones de las fuerzas ucranianas, sobreviviendo a punta de comer cebollas y tomar agua que le enviaban sus camaradas mediante drones. Después de tres semanas, se pudo liberar un vado a través del cual pudo correr evitando las minas, guiado por un dron para llegar a las trincheras rusas. Comentando la noticia con mi amigo Guido Hernández, que vivió en la Unión Soviética durante los años 70, me contó que hay una frase que los rusos aprenden desde niños y que dice: ¨Los rusos no nos rendimos¨.
Una frase así es parte de la identidad cultural de un pueblo. La identidad cultural es el adhesivo que une a un pueblo frente a las adversidades y les representa ante el resto del mundo. Sobre esto te comparto una anécdota del camarada Stalin:
Durante la guerra uno de sus hijos era soldado y cayó prisionero de los alemanes. Cuando los nazis se enteraron de su identidad, propusieron a Stalin intercambiarlo por el mariscal Paulus, que era prisionero de los rusos tras la batalla de Stalingrado.
La respuesta de Stalin fue:
—Yo no intercambio un mariscal por un simple teniente.
Tiempo después el muchacho fue muerto después de intentar escapar del campo de concentración donde lo tenían. A raíz de esto para los occidentales, Stalin era un monstruoso déspota que despreciaba aún la vida de su propio hijo. Pero para los soviéticos, él era el padre de todos los rusos que en ese momento tuvo que tomar la decisión más dura de su vida. Esto le ganó el respeto de todos los soviéticos. Los veteranos cuentan que cuando avanzaban al ataque contra Berlín, todos los soldados gritaban: ¨¡Por la Patria, por Stalin!¨. Desde Stalin, hasta el soldado Alíyev, siempre tuvieron incrustada en la mente aquella frase de que: ¨Los rusos no nos rendimos¨.
Podríamos decir que la frase más aproximada que nos da identidad cultural a los costarricenses, debería ser una más pacífica. Me inclino a considerar que esta frase es: ¨Pura vida¨. Menos directa que la de los rusos, mucho más pacifista y humanitaria, pero a la vez tan prostituida a través de un entorno cada vez más utilitario y superficial, puede que a estas alturas ya esté vacía de contenido y se haya convertido en lugar de un sello de identidad cultural, en un logo comercial del tico.
Así, creo que si ayer la selección nacional le hubiera ganado a la de Panamá, miles de ticos vitorearían gritando: ¨¡Por la patria, por Bukele!¨.
Gracias Toño por tu artículo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rendirse nunca ha sido una solución honorable.
Nunca ha sido tan caro el honor, como lo es en estos tiempos. Gracias por tu comentario!
EliminarExcelente artículo... Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias por comentar, otro abrazote para vos!
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