La visita de bandas de rock famosas
a Costa Rica empezó hace pocos años. Productores arriesgados apostaron por una
generación de rockeros con un poco más de poder adquisitivo y lograron llenar
estadios con seguidores de grupos como Aerosmith, Iron Maiden, Metallica y
Guns´n Roses, que sin discutir dejamos parte de nuestros salarios por ver
¨conciertos de verdad. Los aficionados siempre procuramos asistir cuando
llegaran bandas de este calibre aunque no fueran nuestras favoritas por el
hecho de vivir como se debe el espíritu del rock en comunidad en conciertos
multitudinarios donde se recibe de frente la pasión y la fuerza de nuestra
música preferida. Cada evento era esperado con ansias meses antes y rememorado mucho tiempo después. En
conversaciones posteriores sobre el tema podíamos diferenciar y comparar, por
ejemplo, las tres presentaciones de Iron Maiden, o con detalle argumentar porqué nos gustó más la segunda presentación
de Metallica que la primera. Un solo evento daba para mucho que recordar,
así de intensa es la experiencia de un rockero cuando asiste y vive un
concierto importante para él. La pasión, la memoria y la concentración en un
solo evento para procurar llevarlo en el recuerdo hasta la tumba.
Así lo había manejado hasta ahora, hasta que he llegado a
asistir a un verdadero festival de metal que en dos días te receta bandas de
alto calibre histórico en una dosis tan concentrada que por momentos se pierde
la noción de lo que se está viviendo y se cree que todo es producto de un daño
cerebral por tanta distorsión que te has metido por los oídos a lo largo del
tiempo.
Tankard, The Warning, Saxon,
Scorpions, Megadeth, Mastodon, Kadavar, Jet Jaguar, Testament, Ozzy, Deep
Purple, Marilyn Manson, De la Tierra, Dead Cross, Judas Priest entre muchos
otros, metidos en un festival de 48 horas de duración en el que asistieron
cerca de 125 mil personas en un país que no es el tuyo es de verdad vivir una
experiencia abrumadora y hasta cierto punto atemorizante. ¿Porqué abrumadora? Porque al regresar de
madrugada al hotel era difícil asimilar que en un solo día, había visto a
Testament, a bandas estupendas que casi no conocía como The Warning, Jet Jaguar
y Kadavar, a Mastodon, a Deep Purple con
sus 50 años de historia en el rock, y a
los alemanes de Scorpions con su batería voladora; y que en el mismo día habías
conocido y saludado a Chuck Billy y a
Alex Skolnick de Testament. ¿Porqué atemorizante? Por las dimensiones del
evento, en Costa Rica un concierto bien lleno, como el de Guns, pudo haber
llevado 35mil personas al estadio nacional, pero en este festival se estima que
asistió un total de 125mil rockeros. Además y sobre todo porque todas estas
memorias se agrupaban en mi cabeza agotada de tanta sensación y sentía un
cierto temor de llegar a olvidar los
detalles por la intensidad y la cantidad
de recuerdos. Era consciente de que al día siguiente vendría otra dosis aún más fuerte que la
vivida y sentía que eso no estaba
ocurriendo, que no lograría sobrevivir a semejante marasmo metalero.
Es principalmente por esa razón que en todos
los ratos libres que tuve, tomé nota de los aspectos más importantes de los
shows a los que asistía y haría lo antes posible un resumen comentado de mi
experiencia en el festival. Lamentablemente en este festival no es posible ver
todos los shows porque muchos se
traslapan y había que escoger a cual asistir además de la forma de organizarse
para lograr buenas ubicaciones frente a los artistas favoritos. Esta situación
nos obligaba a movernos de formas muy estratégicas con tal de ubicarnos de la
forma más deseada en un chivo metalero. Había que tener en cuenta la cantidad
de gente que estaba intentando conseguir un buen lugar cerca de los escenarios,
principalmente de las bandas más famosas. Es por esta razón que lamentablemente
me quedé sin ver bandas como Over Kill y Epica, y tener que ver de cerca
presentaciones sinceramente tediosas como la del amigo Marilyn Manson.
Asistir a un festival de este tipo es toda una tarea de resistencia física y paciencia, porque aunque en nuestros pases estaba el acceso a zonas superfresas alfombradas con bares, wifi y excusados de lujo, las mismas no se encontraban ni cerca de los escenarios y ver los chivos desde ahí sería lo mismo que verlos en dvd. Por tanto, estas zonas fueron aprovechadas más que todo para descansar un rato mientras los grupos que se presentaban no llamaban mucho la atención como Gojira y Dead Cross, y por supuesto para hidratarse con coronas.
Asistir a un festival de este tipo es toda una tarea de resistencia física y paciencia, porque aunque en nuestros pases estaba el acceso a zonas superfresas alfombradas con bares, wifi y excusados de lujo, las mismas no se encontraban ni cerca de los escenarios y ver los chivos desde ahí sería lo mismo que verlos en dvd. Por tanto, estas zonas fueron aprovechadas más que todo para descansar un rato mientras los grupos que se presentaban no llamaban mucho la atención como Gojira y Dead Cross, y por supuesto para hidratarse con coronas.
También son características las actividades que se dan en toda el área del festival, y entre las que más llamaron la atención fueron las acrobacias en motocicleta muy bien adornadas con las acostumbradas modelos que patrocinan una marca de bebidas energéticas. Pienso que si el evento se diera en Costa Rica habría un montón de silicona más en esta actividad, nota al margen del metal pero dentro del buen gusto.
En la zona Very Idiot People tenían un toldo donde algunos de los artistas asistirían para ser acosados por sus fans. Al principio del evento pocos se enteraron de esta área, por lo que tuve la oportunidad de llegar y saludar a Chuck Billy y Alex Skolnick, después el fandom saturó el área y se hizo imposible accesar. De lejos se veían las caras de los artistas cansados y simulando sonrisas a los caza selfies.
En la próxima entrega haré un resumen de lo que sucedió el primer día del festival y del desempeño de las bandas a cuyos conciertos asistí. Quiero dedicar esta entrega a mis nuevos amigos Daniela e Ignacio, compañeros de desventuras y aventuras en la primera etapa de esta odisea mexicana. Para ustedes, porque el rock se disfruta más entre compas.
Tal vez no entienda mucho de una comunidad de rockeros, lo que sí me queda claro luego de leer tu crónica, es que lograste con ella hacernos parte de tu viaje, y querer leer las siguientes: la para nada agradable "bienvenida" que te dieron los delincuentes que, sin embargo, no lograron quitarte el deseo por sacarle provecho a tu experiencia; tus paseos de a pie y en el metro, por galerías... entre otros. Así es que mi estimado Antonio, lograste tu objetivo.
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