Acabo de verificar en Google Earth que la distancia desde donde nos
dejó el Uber que nos llevó al autódromo Hnos Rodríguez hasta la tarima
principal del evento, hay dos kilometrazos que a la salida se convertirían como
en veinte al paso de la masa de rockeros cansados y mojados. Pero al principio no
se siente cuando uno va fresco y más o menos almorzado, (únicamente me empujé
una hamburguesa porque no quise arriesgar a pasar el chivo en uno de los
excusados de lujo del pase vip). La caminata de ingreso al evento es más bien
un emocionante tour donde se descubre la clase de fauna con la que se
compartirán las siguientes horas de metal. Lo que primero llama la atención
además del largo recorrido, es la cantidad de gente que ya está en el lugar,
aún a sabiendas de que muchos más ingresarán más tarde, por ser viernes un día
laboral. Por la amplitud del lugar no se nota saturado, pero si que se ve mucha
gente y a pesar de ello el ingreso no es para nada difícil ni lento. Supongo
que más tarde si lo fue.
No hubo mejor bienvenida a la tarima principal que la que recibimos
de la banda mexicana The Warning, sinceramente yo no tenía ni idea de quienes
eran estas chavas pero el poder de su música hablaba muy bien de ellas. No hay
nada mejor que una primera buena impresión, y con ellas me la llevé de forma
absoluta. Tocan un rock intenso, rápido, distorsionado y muy bien interpretado.
Cada una de las tres hermanas se desempeña con soltura y habilidad en su correspondiente
instrumento y su música original es magnífica. Me llevé una excelente impresión
de estas chicas de Monterrey, por dicha ellas son la muestra de que las mujeres
ahora incursionan más en el metal y de esta manera y demuestran que pueden
estar a la altura de las grandes bandas. Atención porque The Warning es una
banda con un gran futuro, ya lo verán.
Cuando terminó la presentación de The Warning en la tarima contigua
empezó un grupo de algo parecido a NuMetal llamado Qbo, que no prometía para
nada. Escuchamos una pieza y fue suficiente para largarnos a explorar hacia las
tarimas secundarias, renegando eso sí, porque se le diera espacio en esa tarima
a una banda tan floja. Probablemente sea que en México son muy populares, pero
lo poco que escuché de su música, sonaba como a rock desinflado. Procedimos
pues a explorar las zonas vip, principalmente para proceder a hidratarnos a
punta de coronas, las cuales después de la cata de cervezas que me he dado a lo
largo de mi estadía en México, califican apenas como líquido hidratante y no
como cerveza, pero eso es otra historia. En eso andábamos cuando de pura
chiripa nos encontramos con que en un toldo estaban los maes de Testament en
exposición para ser saludados y victimizados por los selfies de los fans. Como
no había mucha pelota me colé de inmediato y logré saludar a Chuck Billy y a
Alex Skolnik. Luego de la emoción tonta de la foto, me vino a la memoria que
cuando estaba en el colegio forraba mis cuadernos con fotos recortadas de las
revistas de metal y en uno tenía una foto de Chuck Billy cuando era flaco en la
gira de uno de los primeros discos de Testament. Se lo comenté a mis jóvenes
acompañantes y creo que imaginaron esa historia como del periodo cretácico o
algo así. Bueno ni modo, aquí estamos, unos siguen sobre el escenario
interpretando con gran calidad su música y otros ya tenemos los medios para
venir a verlos y hasta para saludarlos. El mundo es cambiante pero a la vez
sigue estático.
Nos dirigimos a la True Metal Stage en la que sonaba una potente
banda de heavy metal mexicana que desde lejos daba muy buena impresión y
recibía buen apoyo del público. La banda mexicana Jet Jaguar interpretaba su
poderoso repertorio con excelentes pasajes instrumentales y solos pirotécnicos
a cargo de sus dos talentosos guitarristas. Por su potencia vocal el cantante
me recordó al famoso Air Raid Siren que
era como le decían a Bruce Dickinson en su época del Number of the beast. Una
gran banda que la verdad, merecía más estar en la tarima principal que los
bostezos de Qbo. Este es el verdadero metal, como se debería interpretar el
rock: con maestría y con energía, no tanto apoyándose en distorsiones y efectos
ni mucho menos prescindiendo de solos y de velocidad.
Después me enteré que Jet Jaguar fueron los ganadores del concurso de bandas del festival de Wacken del año pasado, para que vean que calibre de banda:
Nos acercamos a las tarimas principales para agarrar lugar para ver
a los alemanes de Kadavar y estaba presentándose una banda de hardcore en
español que no conocía, ¨De la Tierra¨. Presentaban un show muy enérgico, con
ritmos rápidos y solos bien montados, viendo en las pantallas el talentoso
baterista se me hacía conocido, pero no le llegaba en cual banda lo había
visto. El mae tenía buena energía y un ritmo super preciso sin importar la
velocidad en que estaba interpretando, igual me parecía haberlo visto de algún
lado, y lo adiviné cuando se puso a tocar de pie : era el baterista de Maná.
Siempre había pensado que era lo único bueno de la tal banda fresa mexicana, y
el man de fijo que es uno de los más talentosos bateristas que he visto en el
rock. Claro el compa es metalero, y necesita comer por eso se soporta los quejiditos
del fer ese que dicen que canta. Ya
había reconocido también al cantante de A.N.I.M.A.L. y de ahí también me cayó
que ¡claro!, el guitarrista no era otro ni más ni menos que Andreas Kisser de
Sepultura. Mientras nos posicionábamos para ver el show de Kadavar, terminamos
de ver los zarpes de la rejunta latinoamericana que cerraron con el argentino
Andrés Jimenez cantando encima de la barda que separa al público de la fosa que
está ante el escenario y lanzándose sobre ellos siendo inmediatamente rescatado
por el personal de seguridad y despidiéndose mostrando el culo.
Terminando D L T y empezando Kadavar que hace rato estaban listos
para darle con puntualidad germana, pero como los latinos se atravesaron con
sus como cinco zarpes, se tomaron un rato para fumarse un puro en el
escenario. Esta banda sintetiza el
estilo hippie setentero de led zeppelin y black sabbath con una instrumentación
sencilla pero poderosa y lo traen al presente con tremenda energía y presencia
escénica. Lo más llamativo del grupo es el loco del baterista que me recordaba
a una mezcla de Ginger Baker y Mick Fleetwood, con Charles Manson. No es vara
que el mae al ratos daba risa y a ratos daba miedo.
Luego regresamos al True Metal Stage a ver a Testament que acababa
de iniciar al mismo tiempo que el aguacero. Por esto, y porque ya no había casi
espacio cerca de la tarima, decidimos guarecernos bajo techo y escuchar más que
ver el concierto desde ahí. Como la locación estaba un poco elevada, se podía
apreciar el tremendo mosh pit que se armó bajo el auspicio de los californianos
que no le mermaron a pesar del aguacero que les caía encima.
Como el aguacero siguió nos acomodamos en la carpa del escenario
principal a ver o más bien escuchar desde ahí las bandas que en esos momentos estaban
preparándonos y cruzando los dedos para que escampara para acercarnos para ver
a Mastodon. Terminaba Refused que sonaba bastante bien aunque un toque sin
fuelle para ese evento e iniciaban Dead Cross, a quienes no conocía. Me llamó
la atención que al ser puro tarro, grindcore al estilo de Napalm Death
estuvieran en una de las tarimas principales, por lo que les puse atención un
rato y me encontré a dos viejos conocidos en la banda: Mike Patton, vocalista
de Faith No More, más cercano en este caso a su faceta en Fantomas rugía más
que cantaba y fue por los pasajes que interpretaba con voz natural que le
reconocí en los vocales; por otro lado la batería demoledora denotaba a uno de
los más destacados bateros del metal de todos los tiempos: el legendario DaveLombardo que sigue vagando de banda en banda desde que Kerry King le serruchóel piso en Slayer.
Al terminar Dead Cross ya estabamos frente a la división entre las
dos tarimas principales listos para la
descarga de Mastodon. Se lucieron con una buena propuesta y gran manejo
escénico, repartiéndose las vocales entre el baterista, el bajista y uno de los
guitarristas. Proyectaron tras del escenario imágenes psicodélicas que pasaban
de los más fumado a lo más terrorífico, por cierto, muchas de estas imágenes se
inspiraron en los relatos de Lovecraft, porque recientemente he leído ¨Las
montañas de la locura¨y ¨El horror de Dunwich¨ y tengo bien frescas las imágenes
de las aberraciones que protagonizan estas novelas. Lastimosamente, el sonido
para Mastodon no fue el mejor, muchos solos no se podían apreciar
suficientemente y eso deslució su espectáculo. Cuando ellos terminaron, ya estabamos bien
localizados sobre el montículo que nos ofrecía ¨la culebra¨, que es el
conjunto de cables que van dentro de un ducto desde el escenario hacia la mesa
de sonido, y nos dispusimos a proteger nuestra posición durante los dos últimos
shows de la jornada.
Deep Purple empezó su show con Highway Star en un escenario
ambientado en un territorio polar. Fue notable la diferencia de sonido con
respecto a sus predecesores, cosa que se fue agradeciendo cada vez más en cada
intervención del guitarrista Steve Morse y del tecladista Don Airey quien
sustituye al gran John Lord desde su retiro, y que cuenta también con una
trayectoria de casi 50 años en grandes bandas de rock. Es notable observar como
eran frecuentes estos intervalos instrumentales en bandas de esta trayectoria,
hecho que los melómanos agradecemos mucho, pero que tienen el transfondo de
dejar descansar un rato la envejecida garganta del cantante principal. Esto se
pudo apreciar al igual con Deep Purple, con Scorpions y al día siguiente con
Judas y naturalmente con Ozzy. También varias de las canciones insignias eran
interpretadas una tonalidad por debajo de la versión original, también para
apoyar las vocalizaciones de Ian Gillian, quien a pesar de la edad, presenta
mucha energía y vitalidad y gran claridad en su melodiosa voz.
Luego llegó el cierre de la jornada que no podía ser de otra manera
que con broche de oro. Scorpions salió al escenario minutos antes de la
medianoche cuando al fin la lluvia nos dio descanso y nos dejó mojados hasta
los recuerdos de vidas pasadas. Mis tenis desde entonces no han vuelto a ser
los mismos. Los alemanes presentaron el escenario más espectacular de todo el
festival incluyendo hasta una batería que durante el solo levitó por encima de
todo el escenario. Ofrecieron un repertorio de lo más variado, desde temas de
sus primeros discos setenteros hasta su hits más conocidos, incluyendo un par
de piezas instrumentales buenísimas y una versión de la rola de Motohead,
Overkill, en homenaje a su amigo Lemmy.
Terminado el chivo de los Scorpions, inició el lamentable regreso a
la puerta 6, dos kilómetros de pura
romería y un ride en microbus nos separaba del merecido descanso. Con la ropa
empapada y la mente saturada de rock emprendimos el regreso entre la masa
humana de fanáticos de los decibeles, comentando las vivencias de ese largo día
y la expectativas para la siguiente jornada. A estas alturas yo ya estaba
convencido de que para sobrevivir a un festival de esta magnitud, hay que venir
en buenas condiciones y con mucha paciencia.
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