lunes, 14 de septiembre de 2020

La cuarentena que nos lleva

 


Estamos a unos días de cumplir seis meses de haber sido establecida la cuarentena oficialmente en nuestro país. Aunque muchos estamos preocupados por el futuro, nadie sabe qué tal le irá a los integrantes de la Ultra y la Doce en sus posgrados en línea y sus reuniones en Zoom para saquear supermercados y acosar a las muchachas. Ahora que se cuentan por miles los contagiados, por cientos los fallecidos y por decenas las metidas de pata del Presidente de la República, seguimos todos pendientes de cuando será que la enfermedad nos ande de cerca o directamente nos envuelva y cómo nos desenvolveremos. Al principio el miedo, la obediencia y las ganas de trabajar en calzoncillos, dieron al país esa sensación de pausa en el transcurrir de las cosas y los contagios fueron muy pocos. Pero con el tiempo y el exceso de peso debido a falta de ejercicio, dos de las grandes características del tico: su confianza y su valeverguismo, le ayudaron a recolectar excusas para volver a la normalidad, ponerse los pantalones, salir a respirar el aire puro y disparar la cantidad de casos en las principales ciudades del país. Ahora la realidad en todas partes es prácticamente la misma de antes de la pandemia, a excepción de que la gente ahora usa tapabocas, y se lava las manos para no dar apretones de manos. Pronto volverán los saludos de mano, los besos y las funerarias cotizarán en la bolsa. 

 


La pandemia ha sido todo un laboratorio social para poner en evidencia el comportamiento humano. Esta situación se ha convertido en una experiencia que saca a flote la verdadera esencia de las personas, tanto la solidaridad más gratificante, por ejemplo la ayuda a las personas pobres, como el egoísmo más asqueroso o sea el miedo a esas personas pobres. Muchos han encontrado en la enfermedad el mejor pretexto, para exponer su xenofobia y su racismo, así como han puesto en evidencia sus miedos más profundos. Estos últimos uno pensaría que son el último miedo a la muerte propia o a la de los seres queridos, pero no es tal en muchos casos, en muchos casos es el miedo a que no se muera la persona a la que se le debe dinero. En realidad, el miedo principal que se ha palpado es el miedo a la pobreza, al desempleo, a la carencia, el miedo a que se caiga la internet. Aún hasta el miedo a no poder pagar las cuentas de internet puede más al miedo a perder un ser querido o a ver a sus semejantes desolados por las pérdidas.  En muchas ocasiones, las crisis han unido a las gentes para enfrentarlas (a las crisis), pero la verdadera naturaleza humana, les lleva más bien a refugiarse en grupos de semejantes y apertrecharse antes de sufrir imaginarias futuras carencias, por esto el mundo se está dividiendo entre los que acapararon todo el papel higiénico y los que guardan entre sí más distancia de la necesaria. Por desgracia ahora casi todos dicen: más valen mis dientes que mis parientes, y lo peor de esto es que tras sus cubrebocas no podemos saber como tienen muchos su dentadura. 

 


 

Además de este generalizado egoísmo hay algo más allá, algo más desalentador y hasta cierto punto terrorífico. Esto son los negadores de la pandemia: los conspiranoicos que se unen a los terraplanistas y a los antivacunas como si se tratara de una organización internacional de orates, que intentan acabar con todo el conocimiento, la cultura y el rock progresivo, sobre la faz de la Tierra. Esta gente al fin en medio de una crisis real, inventan cien peores y se aprovechan de las personas con suceptibilidad emocional o racional para crear movimientos sin sentido que pretenden combatir monstruos imaginarios con armas medievales como la religión, el fascismo y Donald Trump. 

 


 

En este momento, cuando faltan aún tres meses para terminar el año más largo en la historia de muchos, no tenemos claro en qué condiciones estaremos para recibir el 2021. Solo podemos estar seguros de dos cosas: que cartaginés no será campeón y de que si no cambiamos la forma de ver las cosas y de actuar con nuestros semejantes esta pandemia será tan terrible como la ortografía de los seguidores de los partidos políticos cristianos.

 



 

1 comentario:

  1. Es lo más acertado que he leído acerca de este año y sobre el país...

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