miércoles, 2 de febrero de 2022

ELECCIONES EN LA GANADERÍA (parte II)

 El siguiente documento que parece ser una crónica política muy sui géneris, apareció entre un montón de papeles que estaban entre las pertenencias de los pacientes del hospital psiquiátrico Dr Walter Muñoz, y que fueron rescatados para su inspección, clasificación y archivo o destrucción. Como bibliotecario encontré cierto interés en lo que aquí se dice, dado que es muy diferente a lo que se nos enseñó en la escuela al respecto de lo que parece ser el gobierno de Carlos Alvarado, hace más de veinte años. Los años de la primer pandemia. 

Revisaremos a continuación lo que aquí se dice para ver si estos papeles se salvan de convertirse en reciclaje para papel higiénico: 

 


 

Capítulo segundo. El gobierno de El varado.

La noche del día de elecciones de la primera ronda del 2018, un amigo compartió un mensaje que decía: ¨Queda demostrado que el principal problema de Costa Rica, es la educación¨. Un par de horas antes el conteo de votos mostraba como el candidato de un partido de tendencia ultraderecha religiosa, le ganaba por cuatro puntos al candidato del partido oficialista, de tendencia de derecha pendejilla.


El gobierno saliente había demostrado que era posible cambiar las cosas, pero eso sí, dejando todo igual.  Tuvieron solo un escándalo de corrupción en el que cayeron más por la inexperiencia y falta de malicia, que por el intento y el descaro de robar, pero fue suficiente para que los medios amplificaran la situación, comparándola con los grandes hits de los gobiernos anteriores. Los otrora partidos mayoritarios, los que se repartían el gobierno como bola de ping pong, desesperaban por quitar a los advenedizos y apostaron por su mejor caballo, pero resultó ser un caballo demasiado finito al que nadie quería y quedó fuera de la segunda ronda. 

 


Como era de suponer todas las fuerzas conservadoras se pegaron como las sanguijuelas que siempre han sido,  al candidato del partido cristiano, un tololo salido de un noticiero de sucesos y que de noche amenizaba conciertos de música cristiana y de día le rendía culto a un tipo medio loco que escribió un libro sobre la forma en que el culto católico por la virgen de los ángeles era el culpable de los terremotos y erupciones volcánicas ocurridos los últimos cien años en el país. De la noche a la mañana, el improvisado partido organizado a punta de pastores  y aportadores de diezmo de origen más que dudoso, hicieron equipo con los que ya tenían su experiencia en el peculado, el prevaricato y las mordidas. Estos últimos perdedores, con sangre en el ojo, amarraban así puestos claves en un posible gobierno del iluminado salmista que quería liderar el país para apartarlo de los abortistas y de los homosexualistas.

Por el otro lado, se aglutinó más la gente que no quería un gobierno teocrático fascista intolerante y corrupto, que los que apostaban por la continuidad del partido oficialista. La decisión para muchos fue sencilla y dolorosa, pero simple y efectiva, el partido en el poder se mantuvo ganando por buen margen. A pesar de que los fundamentalistas cristianos infestaron el congreso, la amenaza de un gobernante fanático e imbécil, se difuminó por un tiempo. El candidato oficialista y su equipo estaban convencidos de que fueron elegidos como un mal menor. Pero no hicieron nada para redimirse, más bien todo lo contrario. 

El equipo de trabajo del nuevo gobierno mantuvo la tónica del gobierno anterior: puros académicos sin experiencia laboral, solo que esta vez con un poderoso ministro de enlace, un pipis de familia acaudalada que dictaba las órdenes dadas por las cámaras empresariales al presidente. La cabeza del ministro de educación rodó pronto después de una intensa huelga que fue seguida por otra que presionaba contra la ley fiscal. El paquete de impuestos se impuso, gracias a que recargaba todo sobre los lomos del pueblo y favorecía a las grandes empresas que podrían seguir eludiendo y evadiendo a través de paraísos fiscales. Las cámaras empresariales siguieron muertas de risa mientras le sobaban la panza a su gato gordo favorito que ya se había olvidado de sus días de estudiante bloqueador de calles y pasaba a llamarse Carlitos Elvarado.

Ser un país puntero en la lista de los países con mayor desigualdad, tener un presidente que le mueve el rabo y se tira de panza ante los millonarios del país, haber cargado al pueblo con impuestos sin que tengan derecho a manifestarse, son características comunes entre los gobiernos que hemos padecido; pero a mediados del periodo, sucedió algo que ningún otro mandatario había enfrentado antes. 

Como prólogo a un futuro distópico, se desató la pandemia mundial del Covid 19 que gracias a las cosmopolitas clases altas del país y a la política de apertura de piernas para los turistas, llegó demasiado pronto al país y empezó a cobrar víctimas. Al menos se le puede reconocer al gobierno, un manejo acertado y eficiente de la emergencia, lo que evitó que los muertos se contaran por decenas de miles. Pero terminó de destrozar la economía del país, las medidas de cuarentena y las restricciones de circulación afectaron a los garroteados de siempre y beneficiaron a los tagarotes de siempre. Es difícil imaginar como habría manejado esta situación un gobierno ultraderechista cristiano. Creo que los sanamientos por imposición de manos, habrían logrado un record en la deforestación de bosques para conseguir madera para ataúdes. 

        Al llegar el último año de este gobierno se destapó uno de los casos de corrupción más sonados de la historia del país. Hacía rato era un secreto a voces que toda la obra pública era manejada por dos megaempresas multimillonarias con mucha influencia en el gobierno, ¡que va a decir influencia!, que daban órdenes de cómo se les adjudicarían las obras y cuánto se les debía pagar adicionalmente a lo contratado. Todo a cambio de ofrecer dádivas que iban desde fiestas con prostitutas incluidas, hasta el contacto personal cercano con ministro, diputados y alcaldes. Nada que envidiar al sistema de contratación administrativa de un país árabe.

Lo sorprendente del caso, al fin y al cabo, fue que se les presentaran cargos y se metiera en prisión preventiva a los millonarios dueños de las dos empresas. Claro está, que este escándalo fue muy hábilmente manejado por los medios de comunicación para terminar de enmierdar el lamentable papel que venía haciendo el partido oficialista. Esto a pesar de que la estructura corrupta se había cimentado desde la época de los partidos de la pelota de ping pong, pero el actual y el anterior no habían hecho nada para detener el chorizo.

Así de maltrecho, terminaba su gestión el gobierno y se enfrentaba a unas elecciones, tal vez las más inciertas de la historia. Parecían haber más candidatos que votantes y la gente aún no tenía claro si escoger a un un viejo patán conocido, una atolondrada con un equipo nefasto, al cantante de música cristiana, que esta vez disimulaba más la pandereta y los escándalos de sus ayudantes, al diputado que aterrorizaba a los millonarios, o a una variada caterva de neoliberales chiquitos de papi, que se creían lo de la mano invisible del mercado pero que se presentaban para resguardar las fortunas y manejos en paraísos fiscales de sus patrones.

 


 

 

 

 

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