70 y Rock presenta
100 discos imprescindibles
de hace cinco décadas...
Regresamos con Cat Stevens. Aquel joven rockero de los sesenta que se convirtió en un poeta místico después de pasar seis meses al borde de la muerte en un hospital. Casi no sale vivo de la tuberculosis que le cambió un poco la voz pero mucho la vida y le dio un tiempo de reposo mental y emocional para escribir sus mejores piezas. Como te conté hace unas semanas en la reseña de Tea for the Tillerman, durante su periodo de recuperación, el joven músico escribió más de cuarenta canciones entre esas las de ese disco, y otras más tan buenas que a finales del mismo año armó otro álbum y lo publicó con el nombre de Teaser and the firecat. El título fue compartido con el de un libro para niños escrito e ilustrado por el mismo Stevens, que narra las aventuras de un chico llamado Teaser y su gato Firecat que tratan de colocar la luna otra vez en el cielo, después de que la encontraran atascada en el techo de un granero.
Este álbum, el más exitoso de Cat Stevens, contiene temas un poco más elaborados que los de su antecesor, pero siempre con las más inspiradas letras desde la mística espiritualidad del autor. De sus temas menos conocidos, te puedo asegurar que la pieza con la que abre, llamada The Wind, con apenas un minuto cuarenta tiene más poesía que muchas de las producciones que padecemos en la actualidad o que temas como Changes pueden sonar muy actuales en su sonido y en su letra aún cincuenta años después. De los tres sencillos con los que se promocionó el disco, dos de ellos Peace Train y Moonshadow, llegaron al top diez británico sin alcanzar la cima como si lo logró la canción más exitosa, en materia de listas del cantautor: la hermosa balada mística ¨Morning has broken¨. Lo curioso, de este éxito es que la letra de la canción no fue escrita por Cat Stevens, sino que se trata de un himno religioso tradicional publicado en 1931 por la escritora Eleanor Farjeon montado sobre una tonada gaélica escocesa llamada bunesan. La canción, que se cantaba en los bautizos y en funerales, duraba apenas unos segundos, por lo que Cat Stevens recurrió a un músico muy experimentado para que le ayudara con un arreglo que extendiera la canción a tres minutos para hacerla más comercial. El músico contratado era ni más ni menos que Rick Wakeman, el tecladista de la banda Yes que con su larga capa y muchos teclados al mismo tiempo, hacía magia en el rock progresivo. Cuenta Wakeman que fue contratado por 10 libras esterlinas y que hizo el trabajo más por lo bien que le caía Stevens, que por el dinero. La canción fue exitosa, pero a Wakeman ni le pagaron ni le acreditaron como se debe en el disco. Muchos años después, cuando el ahora conocido como Yusuf Islam se enteró de semejante injusticia, buscó a Wakeman y le pagó y se disculpó muy avergonzado, por lo que la maquinaria corporativa de la disquera le había hecho. En la actualidad Wakeman ha grabado versiones instrumentales y está orgulloso de haber colaborado con la creación de esta hermosa canción que según él, contribuye a reencontrar la espiritualidad en las personas que la escuchan.
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