Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo, viva Chile, vivan los trabajadores.
Lo peor puede que no sea el bombardeo y asalto al palacio de la Moneda, para quitarle el poder a un presidente elegido democrática y pacíficamente por la mayoría del pueblo. Que este presidente, Salvador Allende, no solo se esforzaba por construir el primer proyecto socialista para extender y repartir no solo los recursos si no la dignidad a los olvidados de siempre: los pobres y los pueblos originarios, si no que también demostraba que un pueblo latinoamericano era capaz de gestionar y ser dueño de sus propios recursos, y esto molestaba en demasía al imperio del norte. Que haya dejado la vida empecinado en no rendirse, bajo las balas de los traidores que alguna vez le juraron lealtad, no es lo peor que sucedió.
Lo peor no fue que los golpistas se convirtieran en carniceros de sus propios hermanos, que arrasaran universidades, escuelas y colegios para encarcelar, torturar y matar a chilenos que eran como ellos, pero que eran muy diferentes por dentro. Los milicos querían aplastar la idea del socialismo destrozando cuerpos, quebrando huesos, violando muchachas, asesinando a gente con la que compartían una franja de tierra entre los Andes y el Pacífico. Hicieron maldades difíciles de imaginar, solo ahora que se permite investigar se pueden descubrir gracias a la ciencia los detalles espantosos que los restos revelan, como que a Víctor Jara le dispararon más de cuarenta veces para asesinarlo, pero que días antes le habían quebrado a culatazos los dedos y a patadas las costillas. El detalle de los dedos, se supo a partir de la confesión de uno de sus torturadores, se lo hicieron antes de ofrecerle una guitarra para burlarse de él. Parece ser lo peor, pero no, la violencia de este genocidio anticomunista no fue lo peor.
Qué el pueblo mapuche, originario de esas tierras, haya apenas vislumbrado la posibilidad de retomar sus derechos sobre sus tierras durante el gobierno de Allende, pero que después del golpe, pasara a ser expoliado como en los más salvajes años de la colonia española, además de ser perseguido y discriminado por el gobierno de la dictadura, no fue lo peor. Aunque tal vez para ellos si fue lo peor.
Lo peor podría ser que toda esta sangre se derramó porque Kissinger le sugirió a Nixon que era preciso evitar que el experimento socialista tuviera éxito, y de paso sería fantástico aplicar las ideas de Milton Friedman de una economía de capitalismo salvaje privatizador que pondría a disposición del mercado los recursos del país, sobre todo el valioso cobre evitando que el precio del mineral subiera y mantuviera sumida en la pobreza la región de donde salía para que así la raza minera que lo extraía no llegara a adivinar que podría existir otro destino diferente a vivir y morir en las minas. Que todo el genocidio y el éxodo forzado de un pueblo haya salido de las tertulias de los Chicago boys con agentes de la Cía para negociar los sobornos a entregar a Pinochet y sus generales, no fue lo peor.
Lo peor no fue el inmenso éxodo forzado de intelectuales, artistas, profesionales que tuvieron que salir huyendo no solo de Chile, sino de Sudamérica, porque ya poco faltaba para que todo el continente estuviera bajo la sombra de los agentes entrenados en la Escuela de las Américas. La mayoría tuvieron que empezar de cero en lugares lejanos cargando solo los recuerdos de familias y lugares que no volverían a ver jamás. Para ellos fue lo peor, pero ese destierro no fue lo peor.
Lo peor no fue el asesinato de Allende, disfrazado de suicidio por la historia oficial.
Lo peor no fue el asesinato de Neruda, disfrazado de muerte por enfermedad por la historia oficial.
Lo peor no fue el asesinato de Víctor Jara, que ni siquiera se molestaron en disfrazar.
Lo peor no fue que el régimen recibiera asesoramiento de parte de antiguos criminales nazis expertos en el arte de torturar y aterrorizar, tampoco lo peor es que esa escuela nazi de los carabineros impartiera sus conocimientos en seminarios a donde eran enviados a formarse policías de toda Latinoamérica. En cuestión de poco tiempo, se globalizaron la picana y el submarino. Podías estar en El Salvador y te taladraban los dientes hasta sacarte el nervio, con la misma técnica que se lo podían estar haciendo a algún estudiante en Uruguay. O te podían mantener parado sobre un aro de carro, hasta que tus pies se deformaran como los de un sindicalista de Brasil. Si eras un estudiante rebelde en Bolivia podían violar a tu novia entre diez policías y al mismo tiempo alguna indígena guatemalteca tendría que soportar a veinte bajo las órdenes de algún oficial que fue asesorado por los carabineros chilenos que fueron asesorados por criminales nazis escondidos en Chile y contratados por Pinochet. Es difícil decirlo, pero la tortura, no fue lo peor.
Lo peor no fueron las riquezas que robó Pinochet estando sobre su trono de sangre donde a nadie le tenía que rendir cuentas y a donde hasta el papa Juan Pablo II, se le acercó a felicitarle por su efectividad en el exterminio de comunistas.
Lo peor no fue que Pinochet al dejar el poder en manos de otros derechistas, pero esta vez civiles, fuera investido con el cargo de senador vitalicio para que evadiera el brazo de la justicia, porque no el de la ley, porque la ley la había dictado él, que para eso fue dictador. Lo peor no fue que Pinochet no haya sido condenado y que muriera viejo y decrépito pero libre.
Eso no fue lo peor.
Lo peor, es que cincuenta años después se pretenda olvidar la historia. Lo peor es que aún existiendo sobrevivientes que tienen carnes y mentes aún con cicatrices de tortura, haya quienes se atrevan a justificar las monstruosidades que se cometieron.
Lo peor es que algunos goebbels en miniatura,,algunos muy evidentes pero la mayoría muy sutiles, minimicen la masacre e inventen historias de progreso y éxito económico que no es tal, Chile es un país desigual donde hay miseria y sus pueblos originarios han sido prácticamente exterminados junto a sus recursos naturales en pro del capitalismo neoliberal.
Lo peor es que la gran injusticia que inició el once de setiembre de mil novecientos setenta y tres se pase por alto, se olvide, se ignore y se falsifique.
Lo peor es que los monstruos nunca se fueron, solo esperan el momento para regresar.
Excelente artículo.
ResponderEliminarMuchas gracias Toño.
Muchísimas gracias!! ✊🏼
ResponderEliminarCuánta verdad, que da tanta tristeza pero que puede hacer pensar! Gracias
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